Estilos de aprendizaje: qué son, modelos y cómo identificarlos

Última actualización: 27 septiembre 2025
  • Los estilos de aprendizaje son preferencias flexibles para percibir y procesar información.
  • Modelos clave: VARK (incl. lectura/escritura), Kolb y Honey-Alonso, además de PNL y otras clasificaciones.
  • Identificación con autoobservación y test (VARK, Kolb, CHAEA); existen perfiles multimodales.
  • La IA facilita personalización: materiales a medida, seguimiento en tiempo real y experiencias inmersivas.

estilos de aprendizaje

En el aula, en casa o en la universidad, no todos aprendemos igual: hay quien capta mejor una idea con un esquema colorido, quien necesita escucharla y debatirla, y quien solo la fija cuando la pone en práctica. Esa diversidad se explica con los llamados estilos de aprendizaje, una forma de describir nuestras preferencias a la hora de percibir, procesar y recordar información.

Conocer estas preferencias puede ayudar a estudiantes, familias y docentes a ajustar métodos y materiales. Ahora bien, también conviene recordar que son tendencias flexibles, no etiquetas rígidas: podemos combinar estilos, cambiar según el contexto y desarrollar estrategias en modalidades menos dominantes. En las siguientes líneas verás qué son, qué modelos existen (VARK, Kolb, Honey-Alonso, PNL y más), cómo identificarlos, qué beneficios tiene personalizar la enseñanza y cómo la inteligencia artificial puede facilitar todo ese proceso.

¿Qué son los estilos de aprendizaje?

Los estilos de aprendizaje describen las maneras preferidas con las que una persona capta, procesa y retiene la información. Afectan a la forma de estudiar, a las actividades que nos resultan más cómodas y a los materiales que mejor nos funcionan en cada momento.

En educación, identificar estas preferencias permite adaptar la enseñanza, ofreciendo los contenidos en varios formatos para mejorar la comprensión, la retención y la motivación. Esto promueve entornos más inclusivos, al dar cabida a distintos perfiles y necesidades.

En el ámbito de segundas lenguas, el estilo de aprendizaje está muy ligado (pero no es idéntico) al estilo cognitivo: abarca componentes cognitivos y afectivos. Por eso encontramos contrastes como reflexivo vs. impulsivo, analítico vs. global, extrovertido vs. introvertido o dependencia vs. independencia del campo, además de preferencias perceptivas (visuales, auditivas, táctiles o cinésicas).

También se han propuesto marcos como las inteligencias múltiples (espacial, musical, cinésica, interpersonal, intrapersonal, lingüística, lógico-matemática) o los estilos de Knowles (concreto, analítico, comunicativo y basado en la autoridad). Las evidencias en este campo son heterogéneas: hay problemas de medición y resultados a veces confusos, de modo que conviene usar los estilos como orientaciones prácticas, no como diagnósticos definitivos.

estilos de aprendizaje

Modelos y tipos más conocidos (VARK, PNL y variantes)

Uno de los marcos más difundidos es VARK. Algunas fuentes lo presentan en tres modalidades (visual, auditiva y kinestésica), mientras que otras recogen el modelo de cuatro preferencias: Visual, Auditory, Read/Write (lectura/escritura) y Kinesthetic. Además, desde la Programación Neurolingüística (PNL) se popularizó la triada visual–auditiva–kinestésica, que coincide en lo esencial con VAK.

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Visual

Quien tiene preferencia visual aprende mejor con imágenes, diagramas, mapas conceptuales, vídeos, tablas y esquemas bien organizados. Suelen recordar colores y formas, y les ayuda convertir ideas en representaciones gráficas.

  • Recursos que encajan: infografías, mapas mentales, diagramas de flujo, presentaciones claras, gráficos y videos explicativos.
  • Pistas de identificación: hacen bocetos y esquemas al estudiar; prefieren explicaciones con estructura visual.
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Auditivo

El perfil auditivo retiene mejor al escuchar: clases magistrales, podcasts, debates, entrevistas y explicaciones orales, incluso leer en voz alta o repetir conceptos para fijarlos.

  • Recursos que encajan: conferencias, discusiones guiadas, seminarios, audiolibros y grabaciones de clase.
  • Pistas de identificación: verbalizan lo que piensan, formulan preguntas en voz alta y pueden estudiar con música suave de fondo.

Kinestésico (o cinestésico)

Los aprendices kinestésicos necesitan experiencia directa: manipular, moverse, practicar, construir maquetas o realizar simulaciones. Aprenden haciendo, no solo leyendo u oyendo.

  • Recursos que encajan: experimentos, dramatizaciones, demostraciones, deportes, juegos y actividades gamificadas.
  • Pistas de identificación: les cuesta seguir explicaciones largas sin actividad; retienen mejor cuando aplican lo aprendido a situaciones reales.

Lectura/Escritura

En el VARK ampliado aparece la preferencia de lectura/escritura, típica de quienes aprenden mejor con textos y produciendo notas o informes. Tienden a organizar el conocimiento por escrito.

  • Recursos que encajan: libros, artículos, cuadernillos, manuales, diccionarios y materiales en línea.
  • Pistas de identificación: apuntan todo lo que ven o escuchan en clase, disfrutan resúmenes y glosarios.

Importante: muchas personas son multimodales. En VARK se distingue entre quienes se adaptan con flexibilidad según el contexto (tipo 1) y quienes prefieren integrar varias modalidades para sentirse seguros, a un ritmo quizá más lento pero con comprensión más profunda (tipo 2).

El ciclo de Kolb y sus cuatro estilos

David Kolb propuso que aprendemos recorriendo un ciclo con cuatro fases: experiencia concreta (actuar), observación reflexiva (reflexionar), conceptualización abstracta (conceptualizar) y experimentación activa (aplicar). De la combinación de estas dimensiones nacen cuatro estilos.

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Divergente

Destaca en experiencia concreta + observación reflexiva. Suele ser creativo e imaginativo, genera muchas ideas y conecta perspectivas distintas. Aprende bien con estudios de caso, trabajos en grupo, debates y actividades de ideación.

Asimilador

Predomina observación reflexiva + conceptualización abstracta. Prefiere teorías, modelos y estructuras lógicas; disfruta organizando hechos de forma coherente. Le funcionan la lectura, las conferencias y la exploración de modelos analíticos.

Convergente

Se apoya en conceptualización abstracta + experimentación activa. Orientado a resolver problemas y aplicar ideas en la práctica, le encajan prototipos, simulaciones, proyectos técnicos y preguntas del tipo “¿cómo lo implemento?”.

Acomodador

Combina experiencia concreta + experimentación activa. Aprende por la acción, valiéndose de la intuición y el ensayo–error; disfruta de retos y nuevas experiencias. Le van bien las salidas de campo, proyectos y actividades prácticas o gamificadas.

Nota útil: distintas fuentes describen los estilos con matices, y a veces se mezclan etiquetas. Lo clave es detectar dónde empieza cada persona su ciclo (actuar, reflexionar, conceptualizar o aplicar) para acompañarla en las siguientes fases.

Modelo Honey-Alonso (CHAEA)

Peter Honey y Catalina Alonso también plantean un ciclo que resulta en cuatro preferencias: activo, reflexivo, pragmático y teórico, influidas por el entorno, la experiencia y el conocimiento previo.

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Activo: se lanza a la experiencia, disfruta la novedad, prefiere jornadas variadas y retos. Trabaja bien en grupo y busca estar en el centro de la acción.

Reflexivo: revisa la experiencia, recopila datos, analiza con calma las alternativas y toma decisiones sopesadas. Le gusta observar desde distintos ángulos antes de actuar.

Pragmático: planifica los siguientes pasos, prueba ideas cuanto antes y valora la utilidad. Prefiere soluciones aplicables y concretas; se impacienta con discusiones excesivamente abstractas.

Teórico: cierra la experiencia estructurando principios y modelos. Afronta problemas con lógica, disciplina y planificación, y tiende al perfeccionismo al analizar cada etapa.

Otras clasificaciones y el aprendizaje de segundas lenguas

Más allá de VARK, Kolb o CHAEA, existen tipologías que cruzan rasgos cognitivos y afectivos. En segundas lenguas, por ejemplo, se contraponen estilos reflexivo–impulsivo, analítico–global (gestalt), extrovertido–introvertido o dependencia–independencia del campo, además de las preferencias perceptivas (visual, auditiva, táctil, cinésica).

También son habituales categorías como lógico–matemático (razonamiento y esquematización), social/interpersonal (trabajo en grupo y role playing), solitario/intrapersonal (autoevaluación y estudio individual) o verbal/lingüístico (lectura y escritura). Estas conviven con propuestas como las inteligencias múltiples de Gardner y los estilos de Knowles (concreto, analítico, comunicativo, basado en la autoridad).

En el aula conviene combinar recursos: materiales multimodales, atención a la dimensión afectiva para prevenir frustración, aprendizaje cooperativo (varios estilos en una tarea común) y actividades de comunicación intercultural para entender cómo la cultura influye en la preferencia de estilos.

Cómo identificar tu estilo: pasos y cuestionarios

El punto de partida es la autoobservación: piensa cómo te acercas a un tema nuevo. ¿Te pones a dibujar un esquema? ¿Prefieres que te lo cuenten? ¿Necesitas probarlo con tus manos? Esa pista es oro.

Suma una breve reflexión sobre experiencias anteriores: recuerda cuándo te resultó fácil o difícil aprender algo y qué método funcionó (notas, grabaciones, vídeos, prácticas, debates…).

Apóyate en cuestionarios reconocidos: VARK incluye 16 preguntas con opción de elegir varias respuestas; al final da una puntuación por modalidad. Si empatas en varias, eres multimodal. Se distinguen perfiles que se adaptan según el contexto (tipo 1) y otros que integran varias vías antes de sentirse seguros (tipo 2).

El Inventario de Kolb presenta 12 ítems con cuatro opciones puntuadas (1 a 4). La más alta refleja tu tendencia principal y la más baja, tu preferencia menor; con ello se perfila tu estilo dentro del ciclo.

El CHAEA (Honey-Alonso) ayuda a ubicarte en activo, reflexivo, pragmático y teórico. Recuerda que no hay respuestas “correctas”: se trata de conocerte mejor para ajustar estrategias.

Por último, revisa tus habilidades de estudio: ¿resúmenes escritos? ¿grabarte y escucharte? ¿mapas mentales? ¿proyectos y prácticas? Esa elección cotidiana suele coincidir con lo que miden los test.

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Beneficios de adaptar la enseñanza y cómo ayuda la IA

Cuando los contenidos se presentan en la modalidad que prefiere el estudiante, la información se asimila con menos fricción: mejora la comprensión y la retención, y baja el esfuerzo cognitivo innecesario.

La motivación también crece: si el formato te resulta cómodo, participas más y te implicas con el contenido. Esto es clave para sostener el estudio en el tiempo.

Además, ofrecer múltiples formatos promueve un entorno inclusivo, útil para estudiantes con dificultades específicas de aprendizaje y para grupos diversos en general.

La inteligencia artificial multiplica esta personalización. Puede analizar patrones de preferencia y rendimiento para recomendar materiales en el formato idóneo (por ejemplo, convertir un texto en vídeo animado o en podcast), así como crear ejercicios interactivos que favorezcan el aprendizaje kinestésico.

Con analítica en tiempo real, la IA ayuda a docentes a detectar fortalezas y áreas de mejora, ajustar ritmos, diversificar estrategias y proponer rutas alternativas cuando un recurso no encaja. Tecnologías como realidad virtual y aumentada permiten simulaciones y entornos inmersivos donde “aprender haciendo” cobra protagonismo.

Para aprovecharlo, es recomendable la formación docente en IA educativa: diseño de materiales adaptados, uso de asistentes y sistemas de recomendación, y lectura crítica de datos para tomar decisiones pedagógicas sensatas.

Todo ello convive con buenas prácticas clásicas: materiales multimodales, evaluación formativa, aprendizaje cooperativo y atención a la dimensión afectiva del aula.

Orientación académica y ejemplos de trayectorias

Tu estilo no determina tu futuro, pero puede orientar la elección de estrategias y entornos donde te sientas más cómodo. Algunas afinidades habituales:

  • Visual: Diseño gráfico, arquitectura, ingeniería (por su uso de planos, diagramas y modelos), fotografía.
  • Kinestésico: Educación física, medicina (especialidades prácticas como la cirugía), danza o teatro.
  • Auditivo: Música, idiomas o lingüística, derecho (debate, oratoria), psicología (comunicación terapéutica).

Recuerda que muchos estudiantes son mixtos (p. ej., visual–auditivo). Lo ideal es combinar técnicas: mapas mentales con discusión guiada, prácticas con diarios de aprendizaje, vídeos con resúmenes escritos. Aunque tu preferencia suele ser estable, puedes desarrollar estrategias en otras modalidades y ganar versatilidad.

También conviene tener presente que lo “mejor” depende del contexto: hay carreras que exigen más práctica y visualización (arquitectura, medicina) y otras más discurso y escucha (derecho, idiomas). En la universidad, alternar formatos y ajustar las técnicas a cada asignatura suele dar mejores resultados que ceñirse a una sola etiqueta.

La clave está en tratar los estilos como brújula y no como frontera: conocer tus preferencias, ampliar tu repertorio de estrategias, aprovechar la tecnología para personalizar materiales y evaluar con datos, y diseñar experiencias accesibles donde distintas vías de entrada (visual, auditiva, práctica y textual) convivan para que cada persona encuentre su mejor camino de aprendizaje.

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