Diccionario de siglas médicas: guía completa de recursos en español

Última actualización: 23 diciembre 2025
  • Los principales diccionarios de siglas médicas en español son repertorios colaborativos y en continua actualización, con numerosas versiones documentadas.
  • La app «Diccionario de Siglas» de la Sociedad Española de Documentación Médica ofrece más de 6400 siglas y 9300 acepciones, de acceso libre en Android e iOS.
  • Estos recursos combinan PDFs institucionales, bases de datos en línea y herramientas móviles, útiles para clínicos, documentalistas, traductores y estudiantes.
  • Aunque muy completos, los diccionarios de siglas médicas exigen interpretar siempre las abreviaturas en su contexto y aceptar que algunas variantes locales pueden no estar recogidas.

diccionario de siglas médicas

Si trabajas en sanidad, traduces textos biomédicos o simplemente te mueves a menudo entre informes clínicos, seguro que más de una vez te has quedado pensando qué significaba una abreviatura concreta. En medicina se usan miles de siglas, acrónimos y abreviaturas que cambian según el país, la especialidad o incluso el hospital, así que tener un buen diccionario de siglas médicas a mano no es un capricho, es casi una tabla de salvación.

A partir de los recursos que hoy por hoy mejor posicionan en Google para la búsqueda «diccionario de siglas médicas» —incluyendo repertorios en PDF, proyectos colaborativos y la app oficial de la Sociedad Española de Documentación Médica— podemos trazar un panorama muy completo. En este artículo vas a encontrar una guía detallada sobre los principales diccionarios de siglas médicas en español, cómo surgieron, quién hay detrás de ellos y qué opciones tienes para consultar siglas desde el ordenador o el móvil sin volverte loco.

Qué es exactamente un diccionario de siglas médicas y por qué es tan necesario

Un diccionario de siglas médicas es, en esencia, un repertorio estructurado que recoge abreviaturas, acrónimos y siglas utilizados en medicina y disciplinas afines, junto con sus desarrollos completos y, a menudo, información adicional (especialidad, contexto, equivalentes en otros idiomas, etc.). Puede presentarse en forma de libro, PDF descargable, base de datos en línea o aplicación móvil, pero la idea de fondo siempre es la misma: evitar malentendidos y ahorrar tiempo al profesional que consulta.

En el ámbito hispanohablante, muchos de estos repertorios se han elaborado a partir de borradores internos y listas de uso real compartidas por profesionales. Un ejemplo muy ilustrativo es el de un borrador de siglas españolas preparado por Elisa Vilaret, que motivó el inicio de un gran repertorio de siglas médicas en español. Este tipo de iniciativas muestran que la necesidad surgió de la práctica diaria: informes, protocolos, publicaciones y comunicaciones internas llenas de siglas que, sin un contexto claro, podían generar confusión.

Además de ese trabajo de campo, resultó clave la contribución de editoriales especializadas y de la industria farmacéutica, que facilitaron acceso gratuito a obras previas. Así, el diccionario de Otharán o la pequeña obra de Cervera Radigales fueron cedidos sin coste gracias a la gestión de profesionales como Montse Fontboté (ediciones Mayo) y Álvaro Herreros Arregui (MSD). Estos materiales de partida ampliaron la base documental del repertorio y ayudaron a que el conjunto ganara solidez y alcance.

Otro aporte fundamental vino de la mano de la bibliografía impresa y los recursos en línea ya existentes sobre siglas médicas. María José Hernández, por ejemplo, proporcionó abundantes referencias y enlaces, lo cual permitió integrar en el repertorio un corpus muy amplio y variado de siglas médicas, procedentes tanto de publicaciones científicas como de herramientas digitales.

Con todo ese fondo, el diccionario de siglas médicas dejó de ser un simple listado casero para convertirse en un proyecto editorial y digital de gran envergadura, abierto a la colaboración de numerosos especialistas y sometido a continuas revisiones y ampliaciones.

De la primera edición electrónica al gran repertorio colaborativo

repertorio de siglas médicas

El salto a la edición electrónica fue decisivo. La primera versión digital de este repertorio de siglas médicas estuvo a cargo de Cristina Márquez Arroyo y Eduardo Camihort (III). Ellos se ocuparon de preparar la primera edición en línea, que se pudo consultar desde junio de 2008 hasta junio de 2013 en la cibersede de Tremédica, la asociación internacional de traductores y redactores de medicina y ciencias afines. Durante esos cinco años, el diccionario ganó visibilidad, usuarios y feedback valioso.

Finalizada esa etapa, el proyecto dio un giro: alentado por colegas como Laura Munoa y José Antonio de la Riva, el autor del repertorio se lanzó a preparar una segunda edición electrónica mucho más ambiciosa, alojada en la plataforma Cosnautas. Esta nueva versión no solo aumentó de manera notable el número de siglas recogidas, sino que incorporó nuevas prestaciones técnicas, como mejores opciones de búsqueda y una organización más intuitiva del contenido.

Desde la publicación electrónica de la segunda edición en Cosnautas, el repertorio se transformó en una obra claramente colaborativa. Decenas de profesionales de la traducción biomédica, la documentación, la investigación y la práctica clínica han ido aportando sugerencias de nuevas siglas, correcciones y mejoras. Cada envío se ha revisado cuidadosamente, y muchas de estas propuestas han servido para pulir el contenido, corregir errores y ampliar notablemente la cobertura del diccionario.

Esta dinámica colaborativa se refleja en la extensa lista de colaboradores que se mencionan expresamente en cada nueva versión. La obra, lejos de ser estática, ha ido evolucionando con el tiempo, y eso se aprecia en la secuencia de versiones numeradas (2.03, 2.04, 2.05… hasta llegar a la 2.32). Cada número señala una actualización concreta, con nuevas entradas, revisiones terminológicas y ajustes de formato.

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En un entorno como el biomédico, donde constantemente aparecen nuevos procedimientos, fármacos y tecnologías que generan siglas nuevas casi a diario, este modelo de actualización continua tiene todo el sentido. El repertorio se mantiene vivo gracias a la comunidad que lo utiliza y que no duda en proponer incorporaciones o cambios cuando detecta lagunas o inconsistencias.

Las versiones 2.32 a 2.28: una comunidad internacional implicada

En la parte alta del historial de cambios aparecen las versiones más recientes del repertorio. La versión 2.32 agradece la colaboración de profesionales como Míriam Bernal Montoro, Guido Castañeda Macchiavello, Mario Chávez, Jorge Esteban Casas, Emma Goldsmith, Diego Ibáñez Rivera o Eva Martínez Fornos, entre muchos otros. También se menciona la participación de especialistas como María José Hernández, ya citada por su contribución bibliográfica inicial, y un largo etcétera de cosnautas que han ido enriqueciendo la obra.

La versión 2.31 muestra la misma filosofía abierta. En ella figuran nombres como Sarah Jane Aberásturi, Sebastián Fandiño, William Giller, Juan Carlos Gómez Soro, José A. Huarancca Sánchez o José María Izquierdo, además de otros colaboradores que repiten de versiones previas, señal de que hay un grupo de usuarios fieles que siguen implicados en el mantenimiento del repertorio.

Si bajamos a la versión 2.30, encontramos una lista particularmente nutrida, donde se combinan especialistas de distintos países. Aparecen, por ejemplo, Teresa Aguilar Sánchez, Ana Atienza Díaz, Fernando Contreras Blanco, Jesica Flores, Mary Fons i Fleming, Alfredo Martínez Román, Francesca Matteoda, Anthony Palomo o Laura Pittinari-Miyazono, entre muchos más. Esa diversidad geográfica y profesional contribuye a que el diccionario recoja siglas de diferentes áreas de la medicina y de distintos sistemas sanitarios.

La versión 2.29 incorpora las aportaciones de M. Gonzalo Claros, Agustina L. de la Torre, Rosa María Domínguez Borad, Marta Fernández Seoane, Juan Diego López García, María José Nägler o Rodrigo Rosales Sosa, entre otros. Se aprecia aquí una mezcla de perfiles de investigación, clínica y traducción, lo que enriquece el repertorio en términos de fuentes y matices terminológicos.

En la versión 2.28 se mantiene ese enfoque plural, con nombres como Ana Atienza Díaz, Claudia Bayá Crapuchett, M.ª Daniela Bordet, Ana Cabezas, Sara Galindo Álvarez, Olga Gallegos Núñez, Juan Iraola Otermin, Jacqueline Lamb o Anastasa Mishina. El resultado es un diccionario de siglas médicas que refleja un uso real, no solo la teoría de los libros de estilo, y que se ajusta a la terminología viva de la práctica sanitaria y la literatura científica.

Evolución histórica: de la versión 2.27 a la 2.19

Si seguimos retrocediendo en el historial, observamos cómo la lista de colaboradores va creciendo y diversificándose. En la versión 2.27 se mencionan, por ejemplo, Teresa Aguilar Sánchez, Guido Castañeda Macchiavello, M. Gonzalo Claros, Agustina Cossia Colagioia, Rossana Couto Lago, Rosa María Domínguez Borad, Lorenzo Gallego Borghini, Pablo Mugüerza o Tenesor Rodríguez Perdomo. A ellos se suman otros nombres que volverán a aparecer en versiones posteriores, confirmando que el proyecto tiene una base de usuarios fieles.

La versión 2.26 reconoce la contribución de Mary Fons i Fleming, Jesús M. Giménez, Emma Goldsmith, Gisela Grosselfinger, María J. Hernández Weigand, Antoni C. Maroto, Eva Molina De Vilbiss o Mar Rodríguez Vázquez, por citar solo algunos. Muchos de ellos son bien conocidos en el mundo de la traducción médica y la documentación científica, lo que refuerza la calidad de las propuestas de corrección y ampliación.

En la versión 2.25 aparecen nombres como Sarah Jane Aberásturi, María Eugenia Bartolomé, Francisco Bautista Becerro, Rosa Acebal Berruguete, Cristina Lanuza Zamora, Soledad Llarrull, Carmen Martínez Pérez-Herrera, María Teresa Pérez Mariscal o María Eugenia Santa Coloma Costea. Cada actualización recoge así el esfuerzo acumulado de quienes, al encontrar una sigla dudosa o una nueva abreviatura, deciden enviarla para que se incorpore al repertorio.

La versión 2.24 da las gracias a colaboradores como Anna García, Mar Jiménez Quesada, Laia Rodríguez o Manuel Rubio Máñez, entre otros. En la 2.23 se suman aportaciones de Adriana Álvarez R., Teresa Pons Ferrer o Teresa Pons Ferrer (con doble apellido indicado), mientras que en la 2.22 se destacan nombres como Betty Galiano, Javier Mallo Martínez, Alfredo Martínez Román o Joseph Tein.

En la versión 2.21 se menciona a Wyman Borts, Sabrina Ciserchia, Paz Gómez Polledo, Cinnamon Nolan o Emilia Picazo Guadarrama, y en la 2.20 a profesionales como Carmen Albaladejo, Neil Ashby, Rossella Cordone, Fernando D’Agostino, Roni Glaser, Milagros Landini Maruff, Isabel Lansberry, Ana Loara o Sonia Sleep. La evolución hasta la versión 2.19 incluye también la participación de Sara Brown, Ángeles del Castillo Aguas, Mayte Galán, Marie García, Paul Murga Ruiz, Emily Safrin, Antonio Sanguino Yturriaga o Carole Wolfe, entre otros muchos.

Primeras versiones: el arranque de un repertorio vivo (2.18 a 2.02)

Las versiones más antiguas de esta segunda etapa electrónica permiten ver cómo se fue consolidando la comunidad de colaboradores. La versión 2.18 recoge los nombres de Ana Atienza Díaz, Esperanza Blog-Case, Silvia Escobar, Juan Carlos Gómez Soro, Melanie Gray o Emilia Madrigal Palacio, además de otros que después se repetirán en actualizaciones posteriores.

En la versión 2.17 aparecen figuras como Laura C. Collada Ali, Andrés González García o Rafael Treviño junto a otros colaboradores ya habituales. La 2.16 incluye a Hugo Cortés Mejía, M.ª Paz Fagoaga, Miriam Iglesias Raffay o Lily Irizarry, y refleja un momento en que el repertorio comenzaba a recibir aportaciones más extensas desde distintos países.

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La versión 2.15 agradece la ayuda de Felipe Contreras San Francisco, Bozena Jablonski, Anayensy Ojer Sánchez o José Sergio Pajares Nievas, entre otros. En la 2.14 vuelven a aparecer nombres como Mario Chávez, Virginia Renalias Esteve o Silvia Rizzuti, que se implican en la depuración y ampliación del contenido a lo largo de varias versiones.

Ya en la versión 2.13 encontramos una lista muy variada, con Yvonne Becker, Gerard Bros, Samuel Maat, Jessie Orlich, Blanca Piedrafita, Pilar Sancho Franco o Samuel White, que ponen de manifiesto el alcance internacional del repertorio. La versión 2.11 incorpora a Marta Díez, Natalia Pérez Ramos o Virginia Renalias, mientras que en la 2.10 se suman Daniel Hinostroza, Daniela Toledo o Nigel Wheatley, entre otros.

Las versiones 2.09, 2.08, 2.07 y 2.06 también muestran un nutrido grupo de colaboradores. En la 2.09 figuran, por ejemplo, Yoram Bar-Am, Cristina Berry, Patricia Ferreira Larrieux o Toni Planas. La 2.08 recoge nombres como Omar Cañones, Roland Combes o Pilar Sancho Franco; la 2.07 destaca la participación de Mónica García Delgado, Gina Hardinge, Anna Lenhardt Sánchez o Ana Weyland; y la 2.06 enumera a Paul Adie, Eduardo Alegría Ezquerra, James Lyons, Daniel Valiente Fernández y otros especialistas.

Las versiones iniciales 2.05, 2.04, 2.03 y 2.02 completan este recorrido. En la versión 2.05 se cita a José Bocic, Floreal Martínez Núñez o Emilia Picazo Guadarrama; en la 2.04, a Mike Harland, Emilio B. Sánchez, Ana Weyland Sarmiento o Nigel Wheatley; en la 2.03, a Vicent Alberola Cuñat, Miguel Armentia, Jennifer de la Cruz, Esther Fernández Berjón, Ana Salvador Amela o Gustavo A. Silva; y en la versión 2.02 a Guillermo Murillo, además de otros nombres que luego se repiten. Todas estas personas han contribuido a que el diccionario de siglas médicas sea hoy una herramienta especialmente robusta.

La app «Diccionario de Siglas» de la Sociedad Española de Documentación Médica

Más allá de los repertorios en PDF y las bases de datos en línea, una de las herramientas clave que se sitúan entre las mejores respuestas a la búsqueda «diccionario de siglas médicas» es la aplicación móvil «Diccionario de Siglas», ofrecida por la Sociedad Española de Documentación Médica (SEDOM). Se trata de una app de consulta específica de siglas sanitarias, pensada para su uso en el día a día clínico y documental.

Tras una actualización importante en enero de 2022, la aplicación alberga más de 6400 siglas y alrededor de 9300 acepciones registradas. Esto significa que muchas siglas cuentan con varios significados posibles, algo muy habitual en medicina, donde la misma combinación de letras puede utilizarse con sentidos diferentes según la especialidad o el contexto. Disponer de esa multiplicidad de acepciones bien organizada es fundamental para evitar errores de interpretación.

La app «Diccionario de Siglas» es de acceso libre y está disponible tanto para dispositivos Android como para iOS, lo que facilita que médicos, enfermeras, personal de documentación clínica, traductores o estudiantes puedan llevar el repertorio literalmente en el bolsillo. Desde el punto de vista práctico, tener un botón de búsqueda en el móvil para salir de dudas con una sigla concreta es una forma muy cómoda de reducir la incertidumbre en la lectura de informes o artículos.

En la información relacionada con esta herramienta aparece también un aviso de tipo técnico: «Client Challenge», que indica que una parte necesaria del sitio web no se ha podido cargar. Este tipo de mensajes suele deberse a extensiones del navegador, bloqueadores de anuncios o problemas de red, y se recomienda comprobar la conexión, desactivar posibles bloqueos y, si es necesario, probar con otro navegador. Es un recordatorio de que, aunque la app en sí funcione, el acceso a la descarga o a ciertas funciones web puede verse afectado por la configuración del usuario.

En cualquier caso, la existencia de esta app muestra que las instituciones sanitarias españolas son conscientes del papel central que juegan las abreviaturas en la documentación clínica, y de lo necesario que es disponer de una herramienta oficial, actualizada y fácilmente accesible para descifrar siglas sin perder tiempo.

Otros documentos y recursos relacionados que aparecen en los resultados

Entre los materiales que se asocian a la búsqueda de diccionarios de siglas médicas hay también varios PDF de instituciones públicas y centros de investigación. Por ejemplo, figuran documentos alojados en dominios como envejecimiento.csic.es o en webs institucionales de ministerios, donde a veces se producen errores de carga («Biblioteca y Publicaciones – Error») que impiden acceder al contenido en un primer intento.

En estos entornos, la información sobre siglas médicas suele aparecer integrada en manuales, guías o informes y no necesariamente en forma de diccionario independiente. Sin embargo, estos materiales pueden complementar muy bien a los repertorios específicos, ya que muestran el uso real de las abreviaturas en contextos concretos como la geriatría, la salud pública o la documentación administrativa.

En esa misma línea, en los resultados se encuentran contenidos que no son propiamente diccionarios de siglas, pero que ofrecen contexto sobre instituciones asistenciales o proyectos de investigación. Un ejemplo es la referencia al libro «SETANTA-CINC ANYS D’ASSISTÈNCIA PSIQUIÀTRICA: DE CLÍNICA MENTAL A CENTRES ASSISTENCIALS DR. EMILI MIRA I LÓPEZ», publicado en 2005 por Martínez, S.; Pérez, R.; Sagués, R. y Claperols, J.M., que conmemora el 75.º aniversario de la fundación de la Clínica Mental de Santa Coloma de Gramenet.

Este volumen repasa la evolución de la institución, desde sus inicios hasta su configuración actual como Centres Assistencials Dr. Emili Mira i López, y describe cambios tanto asistenciales como arquitectónicos. Aunque no se trata de un diccionario de siglas médicas, sí ofrece un panorama histórico de la psiquiatría asistencial en Cataluña y del cambio de modelo de atención a la salud mental, lo que tiene impacto en la terminología y las abreviaturas utilizadas en este campo.

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En formato papel, esta obra se presenta como un libro conmemorativo, no como una herramienta de consulta de siglas. Aun así, al estar alojada en entornos donde se agrupan publicaciones sanitarias, puede aparecer asociada a búsquedas relacionadas con documentación médica, y ayuda a entender el contexto en el que se generan muchas siglas propias de la psiquiatría y la salud mental.

Uso práctico de los diccionarios de siglas médicas por perfiles profesionales

Los diccionarios de siglas médicas no se dirigen a un único perfil; son útiles para todo aquel que tenga que lidiar con terminología sanitaria, aunque no siempre con la misma intensidad. En el caso de los profesionales clínicos (médicos, enfermeras, fisioterapeutas, etc.), el uso suele ser puntual pero crítico: resolver dudas sobre siglas poco habituales, propias de otra especialidad o de un área de investigación muy concreta.

Para el personal de documentación médica y archivos clínicos, estos repertorios son prácticamente herramientas de uso diario. A la hora de codificar diagnósticos, preparar resúmenes clínicos, elaborar estadísticas o responder solicitudes de información, conocer con precisión qué significa cada sigla es imprescindible, especialmente cuando se trabaja con historiales antiguos o procedentes de distintos centros sanitarios.

En el campo de la traducción médica y biosanitaria, el diccionario de siglas es casi obligatorio. El traductor se enfrenta a textos que pueden mezclar siglas en varios idiomas, abreviaturas no estándar y acrónimos que cambian de significado según el contexto. Poder consultar rápidamente un repertorio amplio, como el hospedado en Cosnautas o las bases de datos que alimentan la app «Diccionario de Siglas», evita errores graves y permite ofrecer traducciones más precisas y coherentes.

Para estudiantes de ciencias de la salud y áreas afines, contar con estos diccionarios supone, además, una ayuda para acostumbrarse al lenguaje profesional. Las siglas suponen una barrera inicial de comprensión, y tener un recurso fiable donde consultarlas facilita mucho la integración en las prácticas clínicas, la lectura de artículos y la preparación de exámenes.

Por último, periodistas especializados en salud, divulgadores científicos y responsables de comunicación institucional también se benefician de estas herramientas. Saber exactamente qué se está abreviando en una nota de prensa o en un informe técnico ayuda a evitar malentendidos al trasladar la información al público general, donde conviene explicar las siglas la primera vez que aparecen para no perder a la audiencia.

Ventajas y límites de los repertorios actuales de siglas médicas

Los diccionarios de siglas médicas que hoy concentran las mejores posiciones en buscadores tienen varios puntos fuertes. En primer lugar, su amplitud de cobertura: la combinación del repertorio colaborativo en Cosnautas, los PDFs especializados y la app de la SEDOM ofrece un abanico de siglas muy extenso, que cubre desde la práctica clínica general hasta áreas más específicas como la geriatría, la psiquiatría o la investigación básica.

En segundo lugar, destaca la actualización continua. El hecho de que se vayan publicando nuevas versiones (2.18, 2.19, 2.20, etc.) con listas detalladas de colaboradores indica que no estamos ante una obra cerrada, sino ante un recurso vivo, en revisión permanente. Esto es clave en medicina, donde cada año aparecen nuevas entidades nosológicas, terapias, instituciones y programas que generan siglas inéditas.

Otra ventaja clara es la diversidad geográfica y profesional de quienes contribuyen. Tener aportaciones de traductores, médicos de distintas especialidades, documentalistas, investigadores y otros perfiles reduce el sesgo hacia un solo país o sistema sanitario y mejora la representatividad del repertorio.

Ahora bien, estos recursos también tienen sus límites. Por un lado, ninguna obra puede recoger absolutamente todas las siglas que se usan en contextos muy locales o internos (por ejemplo, abreviaturas propias de un solo hospital o de un grupo de trabajo restringido). Por eso, aunque el repertorio sea amplio, siempre habrá siglas que se escapan o variaciones no recogidas, y el usuario deberá interpretarlas con cautela y, si es posible, consultar la fuente original.

Por otro, la coexistencia de múltiples acepciones para la misma sigla obliga a prestar especial atención al contexto. Un buen diccionario de siglas médicas indica los distintos significados posibles, pero la responsabilidad de elegir la interpretación correcta recae en quien consulta. De ahí la importancia de combinar estos repertorios con el análisis del texto completo y de la especialidad de la que procede la sigla.

Los recursos que hoy lideran las búsquedas sobre «diccionario de siglas médicas» —los repertorios colaborativos en línea, los PDFs institucionales y la app de la Sociedad Española de Documentación Médica con miles de siglas y acepciones— conforman un ecosistema muy completo para cualquiera que necesite descifrar abreviaturas sanitarias en español. Gracias al trabajo acumulado de decenas de especialistas, a la actualización constante por versiones y a la disponibilidad en formatos diversos (web, PDF, app móvil), resulta mucho más sencillo orientarse entre ese mar de letras y garantizar que cada sigla se entienda de forma correcta en su contexto clínico, investigador o divulgativo.