Equipo de respiración autónoma: qué es, tipos, usos y mantenimiento

Última actualización: 26 octubre 2025
  • Un ERA aísla al usuario y suministra aire respirable en atmósferas peligrosas.
  • Existen equipos de circuito abierto y cerrado, con autonomías y usos distintos.
  • Mantenimiento e inspecciones periódicas garantizan fiabilidad y seguridad.

equipo de respiración autónoma

Cuando el aire que nos rodea no es seguro, disponer de un equipo de respiración autónoma marca la diferencia entre poder actuar con calma o tener que evacuar de inmediato. En entornos con humo, gases tóxicos o falta de oxígeno, estos dispositivos proporcionan aire respirable independiente de la atmósfera, permitiendo trabajar o rescatar con garantías. Y sí, no es solo cosa de bomberos: también se utilizan en minería, industria química, rescates en espacios confinados o situaciones de emergencia industrial.

Si te preguntas exactamente qué es un ERA, cómo funciona y qué debes mirar para elegir y mantener uno correctamente, aquí encontrarás una guía completa. Integramos los conceptos clave, los tipos existentes, componentes y normas, además de pautas de mantenimiento e inspección que marcan la diferencia en seguridad. Verás ejemplos prácticos, recomendaciones y la terminología que se usa en el día a día de los equipos de intervención.

Qué es un equipo de respiración autónoma y para qué sirve

Un Equipo de Respiración Autónoma (ERA) es un dispositivo de protección respiratoria que suministra al usuario aire limpio y respirable a través de una máscara facial con estanqueidad, aislándole por completo del ambiente exterior. Su misión es doble: garantizar una atmósfera respirable y proteger el rostro frente a proyecciones, calor y contaminantes presentes en el entorno.

Estos equipos se emplean cuando existe deficiencia de oxígeno o presencia de sustancias peligrosas (gases, humos, aerosoles, partículas). Son imprescindibles para bomberos, brigadas industriales, equipos de rescate, personal minero, operarios de plantas químicas o nucleares y, en general, para intervenciones en espacios confinados con riesgo atmosférico.

Aplicaciones habituales y escenarios de riesgo

Las intervenciones con ERA abarcan múltiples actividades: desde incendios urbanos o industriales, hasta rescates subterráneos y trabajos en almacenes con sustancias peligrosas. En todos esos casos se busca aislar al profesional del agente nocivo y garantizar autonomía respiratoria el tiempo necesario para actuar con eficacia y seguridad.

Algunos ejemplos habituales incluyen hornos de fundición con vapores asfixiantes, galerías mineras con emanaciones tóxicas o espacios subterráneos con bajo nivel de oxígeno. Además, estos equipos, al ser resistentes al calor y al fuego, resultan idóneos para el entorno de bomberos y brigadas contra incendios.

Tipos de equipos de suministro de aire en ERA

Los ERA se dividen en dos grandes familias según cómo gestionan el aire respirable. Esta clasificación determina su autonomía, su peso y su uso recomendado. A grandes rasgos, encontrarás equipos de circuito abierto y de circuito cerrado, cada uno con su lógica de funcionamiento y ventajas específicas.

Equipos de circuito abierto

En un ERA de circuito abierto, el usuario respira aire comprimido almacenado en una botella a alta presión. El aire se ha filtrado previamente y se suministra de forma controlada a la máscara. Tras la inhalación, el aire exhalado se expulsa al exterior, lo que simplifica el sistema y permite una respuesta inmediata a la demanda respiratoria.

Componentes típicos de un equipo de circuito abierto:

  • Espaldera: estructura y arneses que se ajustan a la espalda y cintura, proporcionando soporte y confort durante el transporte del conjunto.
  • Reductor de presión: descomprime el aire desde alta a media presión, estabilizando el suministro hacia el regulador y, en muchos modelos, hacia una unidad de control.
  • Regulador: entrega el aire al ritmo que marca la inhalación, manteniendo la presión de salida en un nivel adecuado para una respiración cómoda y segura.
  • Unidad de control (bodyguard): puede integrar manómetro, cálculo del tiempo de aire restante y, en ciertos equipos, monitorización de parámetros con alarmas sonoras y visuales.
  • Máscara facial: sella el rostro, incorpora válvula de exhalación y elementos que mejoran la comunicación (membrana para la voz) y la interoperabilidad con sistemas inalámbricos.
  • Botella/cilindro: contiene el aire comprimido. El volumen disponible se estima multiplicando la capacidad geométrica por la presión de carga. Por ejemplo, un cilindro de 6 L a 300 bar ofrece aproximadamente 1.800 litros de aire a presión atmosférica.
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Este tipo de ERA es el más extendido en emergencias y rescates, porque ofrece un suministro directo y muy fiable. No obstante, su autonomía está vinculada a la capacidad de la botella y a la demanda respiratoria del usuario, además del ritmo de trabajo y el estrés térmico del entorno.

Equipos de circuito cerrado

Los ERA de circuito cerrado reutilizan el aire exhalado, que se somete a un proceso químico para eliminar CO2 y humedad, y se vuelve a enriquecer con oxígeno según el sistema. La gran baza de este diseño es su mayor autonomía y menor tamaño, lo que aporta ligereza, maniobrabilidad y un perfil más compacto, ideal para intervenciones prolongadas y en zonas de difícil acceso.

Dentro del circuito cerrado, existen dos soluciones principales:

  • Regeneradores: el aire pasa por un filtro con mezclas como hidróxido de calcio e hidróxido de sodio, que absorben el CO2. Después, se añade oxígeno desde un pequeño depósito integrado para restituir la fracción respirable.
  • Autogeneradores: emplean compuestos como el hiperóxido de potasio (KO2) que, en contacto con la humedad, transforma el CO2 en oxígeno. Así, el aire se hace respirable sin aportes externos, optimizando la autonomía.

Estas configuraciones se eligen cuando se priorizan los tiempos de intervención largos o la movilidad, aunque requieren formación específica y un control riguroso del estado del cartucho/filtro y del sistema generador.

Cómo funcionan en detalle y cómo han evolucionado

En la práctica, el funcionamiento de un ERA se basa en que el usuario inhale aire respirable a través de la máscara mientras un sistema de presión diferencial, reguladores y válvulas mantiene el flujo estable y seguro. En circuito abierto, la exhalación se expulsa fuera; en circuito cerrado, se recicla y acondiciona químicamente.

Desde los primeros dispositivos rudimentarios del siglo XX usados por mineros y bomberos, la tecnología ha avanzado con materiales más ligeros, mejores arneses ergonómicos, alarmas incorporadas y unidades de control que estiman el tiempo restante o integran telemetría. La mejora de las máscaras y membranas ha incrementado la inteligibilidad del habla, algo esencial en operaciones tácticas.

Normas y requisitos de calidad que deben cumplir

La seguridad de estos equipos descansa en su diseño y certificación. A nivel internacional, los ERA deben ajustarse a normas como EN 137 (equipos de circuito abierto) y EN 145 (circuito cerrado), además de los estándares de NIOSH en Estados Unidos. Estas normas exigen ensayos de estanqueidad, fiabilidad de las alarmas, resistencia de materiales y rendimiento bajo condiciones exigentes.

En cuanto a la calidad del aire respirable, algunos países fijan criterios específicos. Por ejemplo, en Colombia, la referencia para aire respirable se recoge en la Resolución 0491 de 2020, que establece parámetros de pureza y control para garantizar que el suministro sea apto para uso humano en contextos laborales.

Claves para escoger el ERA adecuado

Elegir un ERA no va solo de gustos: hay que alinear la solución con el riesgo y el trabajo previsto. Factores como el tiempo de intervención estimado, la movilidad necesaria, el nivel de calor, la compatibilidad con comunicaciones y, por supuesto, la autonomía real de aire, marca la elección entre circuito abierto o cerrado y las capacidades de la botella.

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Otros criterios relevantes incluyen el peso total del conjunto, el diseño de la espaldera y su ajuste, la facilidad de mantenimiento, la disponibilidad de alarmas de baja presión bien audibles, y la posibilidad de integrar accesorios (por ejemplo, conexiones inalámbricas o adaptadores para visores/cascos). También existen sets completos que incluyen espaldera, máscara y botella listos para uso, pensados para robustez y manejo sencillo.

Accesorios y equipos complementarios

En escenarios de mayor exigencia, a menudo se combinan los ERA con cascos, viseras, ropa ignífuga y otros EPI. La máscara facial full-face aporta protección adicional contra impactos y salpicaduras, mientras que las botellas de aire comprimido pueden ofrecer distintas capacidades y conexiones rápidas para agilizar el recambio.

Además, existen conjuntos preconfigurados y soluciones ligeras orientadas a equipos de intervención rápida. La clave es evaluar si el trabajo requerirá protección extra (por ejemplo, contra chispas o radiación térmica) y verificar la compatibilidad de todos los elementos para mantener la estanqueidad y la comodidad.

Mantenimiento: por qué es crítico y cómo organizarlo

Incluso el mejor ERA puede fallar si no se mantiene a punto. Un programa de mantenimiento preventivo, basado en las indicaciones del fabricante, reduce la probabilidad de incidentes y asegura que el equipo funcione como el primer día cuando más se necesita. Esto implica inspecciones periódicas, ensayos en banco y reemplazo de piezas sometidas a desgaste.

Buenas prácticas de mantenimiento incluyen: limpieza y desinfección minuciosa (para evitar hongos y patógenos), revisión del regulador y vías de respiración, secado cuidadoso de componentes, sustitución de elementos críticos (unidades de respiración, válvulas, máscaras) y un control final de calidad tras el montaje. Cuando proceda, se realiza el llenado de botellas respetando los parámetros de pureza del aire respirable.

El plan debe documentarse con certificados de tareas y firmas de autorización, y aplicarse con una frecuencia adecuada al uso. En entornos de empleo diario, la pauta recomendada es realizar estas operaciones al menos mensualmente. Además, los cilindros deben someterse a pruebas periódicas (cada 3 a 5 años, según el material) y su vida útil suele rondar los 15 años si se conservan correctamente.

Inspecciones previas: la verificación antes de ponerse en marcha

Antes de cada uso, conviene realizar una verificación rápida pero completa. Empezamos por asegurar que las correas y la espaldera estén desplegadas y sin nudos. Luego confirmamos que la válvula del cilindro se encuentre cerrada para evitar pérdidas accidentales durante el almacenamiento.

El siguiente paso consiste en abrir la válvula para presurizar el sistema, cerrarla y comprobar en el manómetro que la presión no descienda más de 10 bar en el minuto siguiente. A continuación, se purga el circuito y se valida que la alarma de baja presión dispara alrededor de 55 bar. Por último, se abre totalmente la válvula y se cierra media vuelta para impedir que quede atascada por un golpe, se coloca el equipo y se confirma el flujo correcto de aire.

Riesgos de no usar ERA donde es necesario

Trabajar sin protección respiratoria en atmósferas comprometidas expone a intoxicaciones, lesiones respiratorias y a situaciones críticas para la vida. Un ERA evita inhalaciones peligrosas, permite tomar decisiones con más margen y, a medio plazo, reduce patologías ocupacionales ligadas a agentes químicos o partículas. En definitiva, se trata de proteger al trabajador y garantizar la continuidad de la operación con seguridad.

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La autonomía y sus límites reales

Ningún ERA es infinito. La duración efectiva depende de la capacidad del cilindro o del medio regenerativo, pero también del esfuerzo físico, la temperatura y el estrés. Por eso, además del cálculo teórico, es crucial la formación del usuario para gestionar la respiración, conocer sus alarmas y optimizar su energía en intervención. Supervisión y mantenimiento cierran el círculo para no llevarse sorpresas.

Tecnología para agilizar inspecciones y control

Digitalizar el control de ERA con software de inspecciones simplifica todo. Mediante listas de verificación dinámicas se pueden añadir fotos, geolocalización, firmas y códigos QR para identificar equipos. Con ello, las no conformidades se notifican automáticamente, se asignan responsables y se monitoriza el cierre de incidencias en tiempo real, incluso trabajando sin conexión y sincronizando después.

La comunicación instantánea entre inspectores y coordinadores ahorra tiempo y reduce errores. Además, facilita demostrar el cumplimiento de protocolos y mantener una trazabilidad completa del ciclo de vida del equipo: revisiones, reparaciones, pruebas de cilindros y registros de llenado.

Formación y certificación profesional

El manejo de ERA exige capacitación específica. En España, el Certificado de Profesionalidad SEAD0111 habilita para tareas de extinción de incendios y salvamento en servicios de bomberos en todo el territorio nacional. Más allá del diploma, la clave es entrenar de forma realista: colocación y hermeticidad de la máscara, gestión de la demanda de aire, comunicación bajo estrés y procedimientos de emergencia.

Si tu organización precisa ampliar capacidades, busca programas con prácticas, simulaciones térmicas y ejercicios en espacios confinados. Y si el presupuesto es un freno, muchas entidades ofrecen opciones de financiación para facilitar el acceso a esta formación clave para la seguridad.

Normativa interna, compras y servicio posventa

Además de cumplir con las normas internacionales, conviene establecer una normativa interna que defina responsabilidades, criterios de selección, inventario de repuestos críticos y niveles mínimos de autonomía requeridos por misión. Al adquirir equipos, revisa certificados, garantía, disponibilidad de consumibles y tiempos de respuesta del servicio técnico.

Si tu entorno demanda soluciones específicas (por ejemplo, integración con comunicaciones o máscaras de bajo perfil), contempla proveedores que ofrezcan variedades de ERA en circuito abierto y cerrado, distintos volúmenes de cilindros y alarmas integradas de alta visibilidad acústica y luminosa.

Preguntas frecuentes rápidas

¿El cilindro de un ERA lleva oxígeno puro? En los equipos de circuito abierto, lo habitual es aire comprimido respirable, no oxígeno puro. En circuito cerrado, el sistema gestiona químicamente la mezcla y puede aportar oxígeno desde depósitos o compuestos específicos.

¿Cada cuánto se prueban los cilindros? En general, cada 3 a 5 años según el material y la legislación aplicable. La vida útil ronda los 15 años si se mantienen correctamente, y después deben retirarse y destruirse para evitar reutilizaciones inseguras.

¿Qué autonomía real puedo esperar? Depende de capacidad del cilindro/regenerador, demanda del usuario y condiciones de trabajo. Como referencia, un cilindro de 6 L a 300 bar ofrece unos 1.800 L de aire a presión ambiente, pero la duración en minutos varía con el esfuerzo.

Con todo lo anterior, queda claro que un ERA es mucho más que una botella y una máscara: es un sistema completo de protección que, bien elegido, mantenido y usado, salva vidas y reduce riesgos en los ambientes más duros. Combinar la elección correcta (abierto/cerrado), un entrenamiento sólido, inspecciones sistemáticas y soporte digital para las revisiones aporta la tranquilidad operativa que precisan bomberos, rescatistas y equipos industriales en su día a día.

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