Qué es el constructivismo: definición, autores, ejemplos y críticas

Última actualización: 26 septiembre 2025
  • El constructivismo concibe el aprendizaje como construcción activa conectada a saberes previos.
  • Piaget, Ausubel, Bruner y Vygotsky sustentan sus principios con aportes complementarios.
  • En aula: docente facilitador, colaboración, tareas con sentido y evaluación formativa.
  • Beneficios: comprensión profunda y autonomía; retos: motivación y equilibrio con la memoria.

constructivismo en educación

El constructivismo no es una moda pasajera, sino un enfoque sólido sobre cómo se aprende: las personas construimos activamente el conocimiento, enlazando lo nuevo con lo que ya sabemos. Este punto de partida cambia la forma de dar clase, de evaluar y de diseñar experiencias de aprendizaje para que sean relevantes, motivadoras y duraderas.

Lejos de limitarse a repetir contenidos, el alumnado reorganiza sus ideas previas, contrasta información, explora, se equivoca y vuelve a intentarlo guiado por docentes que actúan como facilitadores. De esta visión se nutren la psicología del aprendizaje, la didáctica de lenguas y la innovación educativa que hoy vemos en muchas aulas.

Qué es el constructivismo

En su vertiente educativa y psicológica, el constructivismo sostiene que el aprendizaje es un proceso interno de construcción en el que el conocimiento nuevo se integra con esquemas previos, modificándolos cuando es necesario. No aprendemos copiando la realidad de forma mecánica; más bien, reinterpretamos lo que ya sabemos para dar cabida a lo que llega, y así ampliamos nuestra comprensión.

Este enfoque se opone a los modelos centrados en la simple transmisión y memorización. La clave está en que cada persona es responsable de su proceso, mientras el profesorado crea las condiciones óptimas para que esa construcción ocurra: un entorno colaborativo, tareas con sentido y oportunidades de descubrimiento.

Raíces y autores clave

Varias teorías confluyen en el paraguas constructivista. Jean Piaget describió cómo el conocimiento se integra mediante asimilación y acomodación: primero incorporamos lo nuevo a estructuras existentes y, si no encaja, reajustamos esas estructuras. Su propuesta, conocida como aprendizaje por acción, subraya la experimentación y la resolución de problemas como motor del desarrollo intelectual.

David Ausubel puso el foco en el aprendizaje significativo (1968): aprender de verdad implica anclar lo nuevo en las ideas relevantes que ya posee el estudiante. Para que esto ocurra, los contenidos deben estar bien organizados, conectados con los conocimientos previos y presentados de forma que su sentido resulte claro.

Jerome Bruner defendió el aprendizaje por descubrimiento (1960), donde el alumno explora, formula hipótesis y encuentra relaciones por sí mismo con la guía del profesorado. Este proceso, más que la recepción pasiva, impulsa la comprensión profunda y la transferencia a situaciones nuevas.

Lev Vygotsky añadió la dimensión social: el aprendizaje está mediado por el entorno cultural y por la interacción con otras personas. Su idea de la zona de desarrollo próximo explica cómo, con apoyo experto o entre iguales, el alumnado puede abordar retos que aún no resolvería en solitario.

Principios compartidos del enfoque

Más allá de matices entre autores, las propuestas constructivistas convergen en un modelo de enseñanza con estos rasgos: participación activa del alumnado, atención a procesos cognitivos, uso de estrategias para reorganizar contenidos, reconocimiento de la diversidad de formas de aprender y cuidado de la autoestima académica.

  • Actividad del estudiante: aprender es hacer, explorar, debatir, crear y revisar lo propio.
  • Procesos cognitivos: se promueve la comprensión, el análisis, la síntesis, la inferencia y la metacognición.
  • Estrategias de aprendizaje: mapas, resúmenes, analogías, preguntas guiadas y andamiajes que facilitan la reorganización del saber.
  • Individualización: cada persona aprende de modo distinto, por lo que se articulan metodologías flexibles y pertinentes.
  • Autoestima y autonomía: confiar en la propia capacidad favorece la resolución de problemas y el aprender a aprender.
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Cómo se aprende y cómo se enseña en una clase constructivista

En el aula, el rol docente cambia: deja de ser el único transmisor para convertirse en guía y facilitador. Diseña situaciones desafiantes, acompaña procesos, plantea preguntas de calidad, regula la participación y adapta apoyos según las necesidades del grupo y de cada estudiante.

Las aulas constructivistas suelen organizarse en grupos pequeños, fomentan el intercambio de ideas y se centran en cuestiones que interesan de verdad al alumnado. El conocimiento se comparte entre profesorado y estudiantes, priorizando la colaboración y el aprendizaje interactivo.

El estudiante, por su parte, selecciona información de diferentes fuentes, establece relaciones con su bagaje previo, construye modelos mentales y atribuye valor a lo que aprende. Así, el nuevo conocimiento se integra en una estructura cognitiva coherente y duradera.

Para sostener ese proceso, conviene activar la motivación, porque sin ella el andamiaje se tambalea. El profesorado, por tanto, necesita estrategias que despierten el interés, conecten con la experiencia del alumnado y den sentido práctico a cada tarea.

Constructivismo y lectoescritura: pautas prácticas

En la enseñanza de la lectura y la escritura, el enfoque constructivista prioriza aprendizajes con significado y uso funcional. Los docentes de lectoescritura deberían partir de palabras significativas para el estudiante (su nombre, su barrio, datos personales) y subrayar el valor instrumental de leer y escribir desde el inicio.

La lectura y la escritura avanzan de la mano: más que centrarse solo en el alfabeto, se trabaja con palabras y frases sencillas, se producen textos breves y se vincula todo a contextos reales (pedir ayuda, completar formularios, avisar de un riesgo).

Con personas adultas o aprendientes de segundas lenguas, es útil utilizar textos cotidianos (documentación administrativa, solicitudes de empleo, instrucciones) que conecten con necesidades inmediatas. Lo relevante no es memorizar letras aisladas, sino comprender y crear mensajes con sentido.

  • Seleccionar vocabulario con carga emocional o práctica para facilitar el anclaje.
  • Mostrar usos reales de la lectura y la escritura desde el primer día.
  • Alternar comprensión y producción de textos, evitando compartimentos estancos.
  • Usar materiales manipulables que favorezcan la exploración y la verificación.

Actividades y estrategias constructivistas

Las metodologías activas son el vehículo natural de esta corriente. Propuestas como los mapas mentales ayudan a visualizar relaciones entre conceptos nuevos y previos; los debates invitan a argumentar, negociar significados y construir conclusiones razonadas.

  • Mapas mentales: representación visual de ideas y conexiones para integrar y reorganizar contenidos.
  • Espacios de debate: preguntas abiertas, escucha activa y acuerdos basados en razones, no en respuestas únicas.
  • Trabajo de campo o investigación: indagación autónoma en temas de interés, más allá de la mera recopilación de datos.
  • Rompecabezas en equipo (jigsaw): cada grupo domina una parte y luego se combinan para construir el conjunto.
  • Revista virtual: proyectos de autoría con tecnología, desde la investigación hasta la maquetación final.
  • Foros y aprendizaje autodidacta: metas personales, búsqueda de fuentes y reflexión sobre lo aprendido.
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Estas estrategias funcionan mejor con una docencia que explicita objetivos y criterios, organiza equipos, dinamiza, responde dudas, realiza seguimiento individual y grupal, y evalúa tanto la calidad como la cantidad del aprendizaje.

Diferencias con el modelo tradicional

Aunque pueden coexistir, el contraste es claro. El constructivismo se centra en desarrollar habilidades cognitivas y en asegurar aprendizajes profundos y perdurables, mientras que el modelo tradicional prioriza la transmisión a gran escala y favorece, sobre todo, la memorización.

  • Centro del proceso: el estudiante construye su conocimiento vs. estudiante como receptor pasivo.
  • Adaptación: la enseñanza se ajusta a las necesidades del alumnado vs. el alumnado se adapta al currículo rígido.
  • Rol docente: guía/facilitador vs. autoridad que monopoliza el saber.
  • Resultados: resolución creativa de problemas y transferencia vs. recuerdo de datos descontextualizados.

En consecuencia, la evaluación también cambia: se valora el proceso y la comprensión, la aplicación a situaciones reales y la reflexión sobre cómo se aprende, no solo el resultado final de una prueba puntual.

Beneficios más citados

Entre las ventajas destacadas, el enfoque constructivista promueve habilidades de pensamiento de alto nivel, potencia la autonomía y la creatividad, y refuerza aprendizajes estables al conectarlos con la experiencia personal.

  • Habilidades cognitivas (analizar, inferir, argumentar, crear) que trascienden la simple memorización.
  • Aprendizaje significativo y duradero al anclar lo nuevo en lo que ya se sabe.
  • Autonomía y resolución de problemas en contextos diversos.
  • Atención a intereses, creencias y diferencias individuales del alumnado.
  • Mejora de la experiencia educativa mediante dinámicas activas y colaborativas.

Estos beneficios se ven favorecidos por clases con grupos manejables, entornos de confianza y tareas que conectan con lo que importa a quien aprende, algo que muchas instituciones ya han adoptado en sus modelos pedagógicos.

Críticas y matices necesarios

El constructivismo también recibe objeciones. Se le reprocha asumir que todo el mundo está suficientemente motivado y preparado para la autonomía, algo que no siempre ocurre sin apoyos adicionales. Por eso conviene cuidar el andamiaje, la claridad y la gradación de las tareas.

Otra crítica apunta a que podría minusvalorar la memoria y los automatismos, que son útiles para liberar recursos cognitivos. Integrar práctica espaciada y recuperación activa puede reconciliar estas necesidades con la comprensión profunda.

Asimismo, el constructivismo es un conjunto heterogéneo de teorías, difícil de encajar en una única escuela. Algunas formulaciones rozan cuestiones filosóficas (sobre la realidad y el conocimiento) y se habla de él como una posible “meta-psicología”: un marco para pensar cómo investigamos y enseñamos.

Este debate no invalida sus aportaciones; más bien invita a una implementación equilibrada y basada en evidencias, sin descartar por principio herramientas de la tradición que pueden ser valiosas en combinación con metodologías activas.

Constructivismo en la enseñanza de lenguas extranjeras

En didáctica de lenguas, los postulados constructivistas influyeron en enfoques posteriores al código cognitivo, como los enfoques humanísticos y el enfoque comunicativo. La idea es que el estudiantado participe activamente, use estrategias cognitivas, conecte lo nuevo con lo ya sabido y se apoye en la interacción social para avanzar.

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Esto se traduce en tareas comunicativas, énfasis en la autonomía, consideración del estilo cognit ivo de cada persona y en el uso de estrategias que facilitan la comprensión y la producción. Variables cognitivas e interaccionales juegan un papel central en el progreso.

En este terreno, conceptos como autonomía en el aprendizaje, estrategias cognitivas, interaccionismo social y variables cognitivas se integran para diseñar secuencias que combinen input comprensible, práctica significativa y reflexión metacognitiva.

Motivación: el combustible del aprendizaje

El aprendizaje, desde la óptica constructivista, es un proceso continuo y dinámico. La motivación no se da por supuesta: hay que cultivarla con retos adecuados, feedback útil y tareas con sentido. Sin esa chispa, la participación activa se esfuma y el potencial del método se reduce.

Estrategias como conectar con intereses del grupo, plantear problemas auténticos, ofrecer opciones y hacer visible el progreso son palancas potentes para mantener la implicación en el tiempo.

Orientaciones para el rol docente

En la práctica, el profesorado que trabaja con este enfoque prepara el aula, define objetivos, organiza equipos, explica criterios de éxito y se reserva intervenciones breves y estratégicas para aclarar dudas o modelar procedimientos.

Además, dinamiza, fomenta la participación, controla el funcionamiento de los grupos, realiza un seguimiento cercano de la evolución individual y colectiva y evalúa de forma formativa, enseñando al alumnado a pensar sobre su propio pensamiento (metacognición) y a ganar autonomía progresivamente.

Recursos y lecturas recomendadas

Si quieres ampliar, hay obras de referencia accesibles y útiles para el aula. Por ejemplo, Coll (1993) aborda el constructivismo en el aula; Gimeno y Pérez Gómez (1992) exploran cómo comprender y transformar la enseñanza; Williams y Burden (1997) presentan una psicología del profesorado de idiomas desde el constructivismo social.

  • Ausubel, D. (1968). Psicología educativa, un punto de vista cognoscitivo.
  • Bruner, J. S. (1960). El proceso mental en el aprendizaje.
  • Piaget, J. (1966). El nacimiento de la inteligencia en el niño.
  • Brown, H. D. (1994). Principles of Language Learning and Teaching.

También puedes consultar un análisis académico en abierto en Redalyc para profundizar en fundamentos y aplicaciones del enfoque: este PDF con enfoque constructivista ofrece marcos y evidencias que complementan la práctica docente.

Aunque el término “constructivismo” también existe en la epistemología, donde se discute cuánto de la realidad conocemos y cómo, en educación y psicología se emplea de manera más pragmática y aplicada, con el objetivo de explicar, predecir y mejorar procesos de aprendizaje y de intervención.

Cuando la enseñanza se apoya en lo que el alumnado ya sabe, le reta a descubrir, le acompaña con andamiajes claros y le invita a usar estrategias para pensar mejor, las piezas encajan: hay más comprensión, más autonomía y más ganas de seguir aprendiendo.

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