Cómo usar el ábaco sorobán: técnica, ejercicios y trucos

Última actualización: 6 octubre 2025
  • El sorobán trabaja en base decimal: cuenta superior vale 5 y las inferiores 1.
  • Las operaciones se realizan de izquierda a derecha, reforzando el valor posicional.
  • Sumas y restas se apoyan en complementos de 5 y 10 para agilizar cálculos.
  • Ideal en Primaria: mejora cálculo mental, atención y razonamiento lógico.

Ábaco sorobán sobre mesa

Aprender a manejar el sorobán no es solo cosa de nostalgia: es una herramienta potente para comprender cómo funcionan los números y las operaciones. En cuanto lo tienes entre las manos, percibes que es un recurso manipulativo que convierte lo abstracto en algo tangible y, por tanto, facilita el entendimiento de las matemáticas desde edades tempranas y también en adultos que buscan agilidad mental.

Además, el sorobán invita a pensar de otro modo: al mover cuentas, representas valores, descompones cantidades y razonas complementos de 5 y de 10. Esa “coreografía” de dedos y cuentas activa coordinación y concentración, mientras desarrollas cálculo mental. Por eso tantos centros educativos lo incorporan y se usa en todo Oriente desde hace siglos y, cada vez más, en colegios de todo el mundo.

Qué es el sorobán y de dónde viene

El ábaco japonés, conocido como sorobán, es un instrumento de cálculo de base decimal con un armazón que suele incluir un número impar de columnas (varillas), nunca inferior a siete. Un formato muy habitual en el entorno escolar es el de 17 varillas, suficiente para trabajar con números de varias cifras y con operaciones corrientes.

Su diseño, heredero de influencias del ábaco chino y con rasgos que recuerdan al romano, se asentó en Japón a partir del siglo XIV y se extendió masivamente en los siglos posteriores. Una de sus señas de identidad es la barra horizontal central (o “barra divisoria”) que separa la zona superior de la inferior; al acercar cuentas a esa barra adquieren valor y al alejarlas lo pierden, lo que convierte el espacio “vacío” en el número 0.

Estructura del ábaco japonés

En cada varilla del sorobán moderno hay cinco cuentas visibles: una en la parte superior y cuatro en la inferior. La superior representa 5 unidades de la posición correspondiente, y cada una de las inferiores vale 1 unidad. Así, cada columna permite expresar cualquier cifra del 0 al 9 combinando la cuenta superior con las inferiores.

Otra característica práctica es que, a diferencia de otros ábacos, las operaciones en el sorobán se realizan, por convención didáctica, de izquierda a derecha, es decir, en el mismo sentido en que leemos números. Esto mejora la comprensión posicional (unidades, decenas, centenas, miles, etc.) y entrena la estimación.

Componentes y manejo básico: poner a cero, dedos y valor posicional

La estructura del sorobán se divide en dos secciones: una superior con la cuenta de valor 5 y otra inferior con cuatro cuentas de valor 1 cada una. Las columnas representan posiciones: la de la derecha marca unidades, la siguiente decenas, después centenas y así sucesivamente (miles, decenas de millar…).

Uso de los dedos en sorobán

Antes de empezar, conviene “poner a cero” el ábaco para que todas las cuentas estén sin valor. Un procedimiento sencillo es: 1) coloca el ábaco en vertical para que la gravedad separe las cuentas; 2) vuelve a apoyarlo en horizontal; 3) aleja explícitamente todas las cuentas superiores de la barra central. Con esa secuencia, cualquier varilla queda en 0.

El manejo correcto de los dedos importa. En el uso clásico, la mano derecha es la que mueve las cuentas. Con el pulgar “empujas” hacia arriba las cuentas inferiores (las de valor 1) para acercarlas a la barra; con el índice “bajas” la cuenta superior de 5 y, además, apartas hacia abajo las cuentas inferiores cuando toca restar o volver a cero. Este hábito mejora la motricidad fina y, con la práctica, acelera los cálculos.

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Representar el 0 es tan simple como tener todas las cuentas separadas de la barra divisoria. En cambio, para el 5 en una columna de unidades, acercas la cuenta superior; para el 7, combinas esa cuenta superior (5) y dos cuentas inferiores (1+1) pegadas a la barra. La lógica es idéntica en decenas, centenas y miles: la misma configuración en otra columna cambia de orden de magnitud.

Para los números del 1 al 4, subes una, dos, tres o cuatro cuentas inferiores respectivamente en la columna de las unidades. Cuando llegas al 5, “bajas” la cuenta superior. A partir del 6, combinarás la superior con las inferiores: por ejemplo, el 9 en unidades se muestra con la cuenta superior (5) más cuatro inferiores (1+1+1+1). Esto mismo se replica para 50, 500, 5000… en sus posiciones.

El valor posicional queda claro con un ejemplo: si activas 2 cuentas inferiores en miles, 4 en centenas, ninguna en decenas y 3 en unidades, estarás mostrando el número 2403. Recuerda que cada columna “dice” qué orden representa y que el espacio sin cuentas pegadas equivale a cero en esa posición.

Sumas, restas, multiplicación y división con el sorobán

Con el sorobán, sumar es “acercar” y restar es “alejar”. Al sumar, subes cuentas inferiores o bajas la superior; al restar, haces lo contrario. Aparece pronto la idea de complementos con 5 y con 10: cuando no hay suficientes cuentas de 1 en una columna, “intercambias” por la de 5 o “pides prestado” a la columna de la izquierda, exactamente como en el algoritmo tradicional, pero de forma tangible.

Operaciones aritméticas con ábaco

Esta interrelación entre suma y resta ocurre desde cantidades pequeñas y es muy valiosa porque obliga a razonar. Por ejemplo, para mostrar un 6, bajas la cuenta de 5 y subes una de 1. Si quieres restar 3 a ese 6, no puedes “quitar” tres inferiores directamente porque solo hay una: primero devuelves la de 5 a su lugar (subirla), y luego subes dos inferiores a la barra para compensar; el resultado visible serán 3 unidades.

Un consejo práctico cuando trabajes con cantidades grandes es dejar siempre una o dos columnas libres a la derecha para “respirar” durante las operaciones y manejar correctamente los acar reos o préstamos. Esa reserva de columnas evita bloqueos cuando la suma se expande o cuando la resta implica varios pasos con complementos de 10.

Sumas y restas paso a paso

Empieza por ejercicios sencillos: representaciones de una cifra para entrenar el gesto, y luego sube a dos y tres cifras. Practica operaciones en las que debas “completar con 5” (por ejemplo 3+2) y “completar con 10” (8+4) porque así interiorizas cuándo conviene usar la cuenta superior o pedir a la columna siguiente. En restas, prueba casos como 12−7 o 30−15 para trabajar préstamos entre columnas.

El truco mental llega después de la mano: cuando interiorizas los complementos, dejas de “contar cuentas” una a una y pasas a pensar en valores. Ese salto multiplica la velocidad de cálculo y es el objetivo didáctico: manipular para comprender, y comprender para calcular sin necesidad del soporte físico cuando sea oportuno.

Multiplicación con el sorobán

Multiplicar en el sorobán se apoya en descomponer el multiplicando por posiciones y acumular resultados parciales. Una metodología habitual es colocar el multiplicador a la izquierda y el multiplicando en el centro, reservando a la derecha un bloque de varillas para el resultado (tantas como la suma de cifras de ambos factores, como máximo).

  • Reserva varillas para el resultado a la derecha: si el multiplicando tiene 3 cifras y el multiplicador 1, puedes destinar 4 columnas para el producto.
  • Multiplica el multiplicador por la cifra de las centenas del multiplicando y coloca ese parcial en las primeras varillas de la zona de resultado.
  • Repite con la cifra de las decenas y después con la de las unidades, desplazando un puesto hacia la derecha cada vez para respetar el valor posicional.
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Ejemplo práctico: si multiplicas 491 por 3, primero calculas 3×400 (1200), luego 3×90 (270) y después 3×1 (3); vas acumulando esos parciales en las varillas reservadas. Al finalizar, el sorobán mostrará 1473. La clave es ir sumando parciales con sus desplazamientos correctos y gestionar los acarreos igual que en las sumas.

División con el sorobán

Dividir consiste en repartir el dividendo en porciones según el divisor e ir anotando el cociente de izquierda a derecha. Coloca el dividendo a la derecha, el divisor en una zona central y usa las varillas de la izquierda para ir escribiendo el cociente a medida que resuelves la división por etapas.

Ejemplo guiado: 974 ÷ 2. Deja libres a la derecha tantas columnas como dígitos tenga el dividendo (tres). Empieza por la cifra más significativa: 9 ÷ 2 cabe 4 veces y sobra 1; anota 4 en la parte del cociente (izquierda) y descuenta del dividendo el producto 4×2=8, lo que transforma 974 en 174 en la zona del dividendo.

  • Ahora divide 17 entre 2: cabe 8 veces y sobra 1; añade un 8 en el cociente y descuenta 16 del dividendo (restarás 1 decena y 6 unidades distribuidas en sus columnas).
  • Te queda 14 en la zona del dividendo. Divide 14 entre 2: cabe 7 veces, resto 0; añade 7 al cociente y descuenta 14.

Cuando no queden cuentas en la parte del dividendo, la operación ha terminado. El cociente leído de izquierda a derecha será 487 y, en este caso, sin resto. Este procedimiento por etapas, de izquierda a derecha, refuerza la comprensión del valor posicional y la idea de reparto.

Beneficios cognitivos y su introducción en el aula

El sorobán potencia tanto el hemisferio lógico como el visoespacial porque obliga a razonar mientras manipulas. Esa doble activación se traduce en mejoras medibles en cálculo mental, agilidad y atención. No es casualidad que sea un recurso recurrente en aulas donde se busca una pedagogía activa y motivadora.

Entre sus ventajas más destacadas están: mejora de la técnica de cálculo, fortalecimiento del razonamiento lógico, fomento del pensamiento estratégico mediante complementos, y desarrollo de la habilidad numérica. Trabajar “dando y recibiendo” (pago con cambio) conecta con la vida cotidiana y hace que la aritmética cobre sentido más allá del papel.

  • Mejora la técnica de cálculo y la velocidad al razonar complementos de 5 y 10.
  • Entrena el cerebro de forma lúdica, estimulando la vinculación entre hemisferios.
  • Favorece una pedagogía activa, con alto componente manipulativo y motivador.
  • Refuerza razonamiento lógico, agilidad mental y cálculo mental sostenido.

Para introducirlo en clase, resulta útil planificar varias etapas iniciales: 1) representación e identificación de números; 2) sumas y restas sencillas; 3) sumas y restas con el 5; 4) sumas y restas con el 10. Tras estas fases, las operaciones de dos y tres cifras, la multiplicación y la división fluyen de manera natural, manteniendo el enfoque de izquierda a derecha.

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Una secuencia didáctica práctica podría ser: presentación de la etapa; reto breve para explorar en pequeños grupos; puesta en común con portavoces; práctica guiada variando formatos (grupo, parejas e individual) mediante actividades y juegos; y finalmente, una prueba de competencia donde el alumnado muestre lo aprendido. Esta estructura respeta ritmos diversos y hace el aprendizaje más disfrutable.

¿Cuándo empezar? El momento ideal es 1.º de Primaria, cuando el alumnado está preparado cognitiva y motrizmente. También es factible en 3.º de Infantil con un enfoque muy manipulativo. En cursos superiores se puede introducir desde cero con progreso paulatino; aunque al principio haya desfase respecto al algoritmo tradicional, enseguida se alinea y aporta valor.

Consejos prácticos, trucos y ejercicios propuestos

Coloca siempre el ábaco en posición horizontal sobre la mesa, con la barra divisoria algo más cercana a la parte superior. Antes de cada actividad, pone a cero el instrumento para evitar arrastrar cuentas “fantasma” de la operación previa y, si vas a trabajar con números grandes, reserva dos columnas libres a la derecha.

Entrena el gesto de los dedos desde el principio: índice para bajar la cuenta de 5 y para alejar las inferiores; pulgar para acercar las de 1. Ese automatismo reduce errores y te permitirá “oír” la operación con el tacto. Recuerda también que en cada columna puedes representar de 0 a 9, aprovechando la combinación de la cuenta superior con las inferiores.

Progresión de ejercicios recomendada: empieza representando números de una cifra (1–9), sigue con dos cifras (10–99) y pasa a tres cifras (100–999). Propón después series de sumas con resultados que obliguen a usar complementos (por ejemplo, 7+6, 8+4, 9+3) y restas que requieran préstamo (12−7, 30−18). Estas familias de ejercicios construyen la intuición que luego agiliza operaciones largas.

Para multiplicación, practica con factores pequeños primero (p. ej., 3× dos cifras), reservando las varillas de resultado y acumulando parciales con sus desplazamientos. En división, usa dividendo a la derecha, divisor al centro y cociente a la izquierda, descomponiendo de izquierda a derecha. Modela en voz alta los pasos: “cabe 4, resto 1…”.

Por último, integra el sorobán en situaciones de vida real: “tengo 974 y reparto entre 2”, “sumo 245+178”. Invita a los alumnos a explicar por qué devuelven una cuenta de 5 o por qué piden una decena a la columna de la izquierda. Esa verbalización refuerza el razonamiento y hace más natural el salto al cálculo mental.

Un apunte para entusiastas: existen materiales y cuadernos didácticos específicos para practicar con ábaco que proponen secuencias graduadas y retos cortos. Úsalos como complemento, pero recuerda que lo esencial es la constancia con ejercicios breves y variados, y la corrección del gesto con los dedos.

Si te apetece un pequeño reto, mira un sorobán cualquiera, imagina que en miles hay 1 cuenta inferior, en centenas 0, en decenas 3 y en unidades la cuenta de 5 más dos inferiores: ¿qué número es? Este tipo de preguntas rápidas ayudan a fijar valor posicional y complementos sin necesidad de largas sesiones.

El sorobán combina sencillez y potencia: con solo una cuenta superior y cuatro inferiores por columna, es capaz de representar cualquier cifra y ejecutar sumas, restas, multiplicaciones y divisiones con seguridad. Entender su lógica de base decimal, practicar la manipulación con pulgar e índice y trabajar complementos de 5 y 10 permiten que tanto en casa como en el aula se convierta en una herramienta amena y eficaz para cultivar cálculo, atención y razonamiento lógico.