Descomposición de Internet y alfabetización digital: retos, derechos y aprendizaje crítico

Última actualización: 3 noviembre 2025
  • La alfabetización digital, mediática y en datos es clave para reducir brechas, combatir la desinformación y participar en una sociedad regida por plataformas, datos y algoritmos.
  • Los derechos civiles se reinterpretan en clave digital (privacidad, libertad de expresión, no discriminación algorítmica) y emergen nuevos (olvido, desconexión, neutralidad de red) con apoyo de marcos europeos.
  • La IA exige cultura de datos: entender cómo se entrenan modelos, sus sesgos y límites, y conocer garantías del AI Act para poder exigir transparencia y rendición de cuentas.
  • Para juventud y personas adultas, programas prácticos y contextualizados (datos abiertos, verificación, seguridad) más políticas públicas y apoyo continuo son la ruta para una sociedad preparada.

Descomposición de Internet y alfabetización digital

Vivimos un tiempo en el que la red ya no es un único espacio uniforme, sino un ecosistema fragmentado por plataformas, datos y algoritmos que condicionan cómo nos informamos, trabajamos y participamos. En este panorama, la llamada descomposición de Internet se cruza con la necesidad urgente de una alfabetización digital de amplio espectro. Formarse para comprender tecnologías, contextos y derechos no es un extra; es parte de la ciudadanía del siglo XXI.

La cuestión va mucho más allá de saber usar un dispositivo. Importa cómo se generan y se usan los datos, qué implicaciones tienen los sistemas de inteligencia artificial, qué derechos nos protegen y cuáles están surgiendo, y cómo distinguir información fiable de bulos virales. Mediática y en datos es el hilo que cose estos desafíos: reduce brechas, potencia el pensamiento crítico y abre la puerta a una participación social más justa.

Juventud, ciudadanía digital y futuros posibles

Quien cargará con el peso de las decisiones tecnológicas de hoy será la gente joven que ha crecido en y con Internet: millennials y centennials, mayoritariamente entre 15 y 29 años. En la literatura se habla incluso de una generación pandemial. experiencia digital nativa no equivale automáticamente a juicio crítico, y ahí está la clave para imaginar la ciudadanía digital del futuro.

Un trabajo de Macgilchrist, Allert y Bruch (2019) plantea tres horizontes plausibles: una juventud técnicamente competente para el mercado laboral, pero acrítica ante la degradación social y política; un escenario de individualismo emprendedor, capaz de optimizar reglas legales y algorítmicas en beneficio propio; y una senda de organización y acción colectiva orientada a formas de vida más sostenibles y democráticas. decisiones educativas y políticas actuales marcarán el rumbo final, especialmente del tipo de alfabetización que promovamos.

Los datos del Barómetro Jóvenes y Expectativa Tecnológica 2020 dan pistas valiosas. La brecha digital se revela más social y económica que técnica: no es solo acceso, sino condiciones de acceso y uso. Se constató también que los usos y prácticas son más diversos en jóvenes de clase media-alta. más de un tercio admite que no sabe qué habilidades debería reforzar, y un porcentaje relevante echa de menos oportunidades formativas.

Otro hallazgo importante es que la alfabetización sucede sobre todo de forma aprendizaje autodirigido y entre pares. Las vías formales —cursos, consultas a profesorado o formación en el centro educativo— reciben menos acogida. ensanchar horizontes formativos e innovar en metodologías conecta con las prácticas reales de aprendizaje de la juventud.

Con este diagnóstico, se abre paso una idea clave: orientar la alfabetización hacia una educación social digital (ESDigital) que ponga el foco en conciencia crítica, ética y emancipación, y no solo en habilidades instrumentales. habilitar a la juventud para deliberar y participar en la toma de decisiones que configurarán la sociedad por venir. En este sentido, experiencias y metodologías de educación inclusiva en entornos digitales resultan especialmente útiles.

Brecha digital: más que cableado

La pandemia de COVID-19 profundizó desigualdades y evidenció que la brecha digital tiene raíces estructurales. Importan la renta, la ubicación, el nivel educativo y las oportunidades de aprendizaje, además del acceso a dispositivos e Internet. fenómeno multidimensional: acceso, competencias, motivación y usos. La brecha digital se manifiesta de maneras distintas según grupos y contextos.

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En la educación de personas adultas, la alfabetización digital se ha vuelto esencial para acceder a servicios públicos, recursos sanitarios y programas comunitarios, hoy mayoritariamente online. La alfabetización en la tercera edad destaca como estrategia para reducir exclusión y facilitar acceso a derechos. barrera de entrada que impide ejercer derechos básicos y aprovechar oportunidades de formación y empleo cuando faltan competencias.

Hay esfuerzos relevantes en Europa: plataformas como EUacademy y EPALE ofrecen recursos y cursos gratuitos para fortalecer capacidades digitales; el proyecto Media Literacy in Palestine, liderado por la Finnish Lifelong Learning Foundation desde 2015, desarrolla materiales y fomenta el derecho a la información formando a profesionales, ONG y ciudadanía activa. la investigación educativa subraya que la educación es palanca para salir de la pobreza, con estrategias eficaces para alumnado desfavorecido (Gorski; Power y Maclean). En ese marco, las nuevas tecnologías educativas facilitan alternativas formativas y de acompañamiento.

De la alfabetización instrumental a la educación social digital

Limitar la alfabetización a manejar herramientas deja fuera lo esencial: comprender mensajes, canales, contextos, derechos y riesgos. Desde la educación social, se propone un marco de ESDigital que integre valores democráticos, participación y justicia social. Formar ciudadanía que interroga, co-crea y exige rendición de cuentas, no solo de adiestrar mano de obra tecnológica.

Los programas sólidos de alfabetización deberían contemplar, como mínimo, cuatro bloques: conceptos básicos de datos (qué son, cómo se recopilan y usan), análisis crítico (calidad, procedencia, sesgos), derechos y regulaciones (protección de datos, normativa europea de IA y privacidad), y aplicaciones prácticas (creación y reutilización de datos abiertos con proyectos reales). datos abiertos y casos del mundo real fortalecen aprendizajes activos y duraderos.

La Open Government Partnership impulsa precisamente esa ciudadanía que puede influir informadamente en decisiones públicas. En esa línea, infraestructura de datos permite participar de forma significativa en procesos políticos y sociales, no solo observarlos desde la barrera.

Derechos digitales en expansión

La digitalización está reinterpretando derechos civiles tradicionales y alumbrando otros nuevos. Libertad de expresión y privacidad se extienden a Internet; el derecho a la igualdad incorpora la no discriminación algorítmica; y el derecho a la educación abarca aprendizajes digitales. LOPDGDD establece garantías en protección de datos y derechos digitales, encajando el marco constitucional en el entorno online.

Surgen derechos específicos del mundo digital: el derecho al olvido —en la UE reforzado en el RGPD (art. 17)— que, con matices, han adoptado países como Rusia, Turquía o Serbia; el derecho a la desconexión digital —vigente en varios países europeos como España (art. 88 de la LO 3/2018), Francia, Alemania, Italia y Bélgica, y fuera de Europa en Chile—; y la neutralidad de la red, con protección en la UE a través del Reglamento 2015/2120. acceso a Internet reconocido por la ONU como derecho humano acentúa su carácter de servicio básico.

En clave española, se establecen obligaciones de transparencia y no discriminación para los proveedores de Internet. protección de la persona en línea es ya un ámbito jurídico propio que tendrá que seguir adaptándose ante innovaciones tecnológicas, usos emergentes y riesgos no previstos.

Datos e inteligencia artificial: por qué importa saber de datos

La inteligencia artificial se alimenta de datos, de su calidad y diversidad, y de su disponibilidad en distintos dominios. Conjuntos de datos mejores producen modelos más precisos; más cobertura habilita más casos de uso. cultura de datos es necesaria para auditar, cuestionar o mejorar sistemas de IA que impactan en oportunidades, acceso a servicios o decisiones automatizadas.

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El Reglamento de IA de la UE (AI Act) establece un enfoque por niveles de riesgo, imponiendo obligaciones más estrictas a sistemas de alto riesgo. Exige datos de entrenamiento de alta calidad, documentación detallada, auditorías y supervisión humana, y refuerza derechos como impugnar decisiones y la explicabilidad. complementa la alfabetización porque conocer el funcionamiento y límites de la IA capacita para exigir cumplimiento y buen uso.

En un entorno de macrodatos y algoritmos ubicuos, los mecanismos de participación cambian. Hay oportunidades —servicios más eficientes, conocimiento abierto— y riesgos —sesgos, opacidad, exclusión—. filtro crítico que permite aprovechar lo primero y neutralizar lo segundo es la alfabetización en datos.

Alfabetización mediática contra la desinformación

El desorden informativo se manifiesta en campañas de confusión, infoxicación y bulos virales. En 2016, un portal de noticias falsas (AWD News) publicó una supuesta amenaza del ministro de Defensa israelí hacia Pakistán; el bulo, mal escrito y citando al titular equivocado, circuló tanto que provocó una reacción oficial desde Pakistán antes de ser reconducido. emisores maliciosos y miles de receptores sin herramientas críticas bastaron para escalar un riesgo diplomático.

Ese mismo año, se viralizó la “confirmación” satírica de The Onion sobre una relación entre Taylor Swift y el senador Joseph McCarthy, fallecido décadas antes de nacer la artista. contraste de fuentes y comprensión del canal habrían evitado la confusión: The Onion es humor, y además lo dice claro. La alfabetización mediática enseña justamente a distinguir información, sátira y manipulación.

Expertos como Mark Warschauer llevan años reclamando una alfabetización que no se limite al manejo de herramientas, sino que forme mentalidades digitales: comprensión de mensajes, canales y contextos. ciudadanía empoderada es menos manipulable y más difícil de polarizar, y eso es condición de posibilidad de cualquier democracia sana.

Desde el ámbito aplicado, Prosegur Research entiende la Alfabetización Mediática e Informativa (AMI) como empoderamiento ciudadano con información y tecnología. Voces como José María Blanco subrayan que educamos para un mundo que ya no existe: desinformación como arma híbrida y plataformas muy adictivas exigen nuevas estrategias formativas, con foco preferente en la juventud para transformar marcos mentales.

Esta formación debe incluir valores —libertad, tolerancia, respeto a la diversidad— y responsabilidad en la creación y difusión de contenidos. Además, hay que adaptarla a los hábitos reales: Prabhakar Raghavan (Google) apunta que 4 de cada 10 jóvenes eligen TikTok o Instagram para buscar restaurantes. buscador es una red social exige preparar a la ciudadanía para ese terreno, promoviendo pensamiento crítico y razonamiento creativo.

Entre los beneficios de una AMI bien diseñada: reducción de la brecha digital, mejor empleabilidad al contar con habilidades básicas, menor incidencia de ciberacoso, sexting problemático, consumos nocivos y adicciones, y más resiliencia frente a desinformación. La alfabetización mediática aplicada contribuye a evaluar fuentes y contrarrestar campañas hostiles, alineándose con el Plan de Acción contra la Desinformación de la UE (2018).

Pobreza y alfabetización digital en personas adultas

La digitalización ha hecho que lo que era un lujo sea una necesidad. Para quienes viven en pobreza, la brecha digital no es solo una brecha; es un muro que ha crecido. menos acceso a servicios, menos oportunidades educativas y laborales, y más vulnerabilidad a la exclusión y la desinformación.

La alfabetización digital adulta abarca más que aprender a usar una aplicación: implica navegar por Internet, entender contenidos, proteger datos personales, evaluar información y resolver problemas cotidianos con herramientas digitales. posibilidades de aprendizaje continuo se pierden sin esta base, junto con prestaciones y empleos.

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Iniciativas europeas están integrando con éxito la alfabetización en educación de personas adultas: EUacademy y EPALE actualizan recursos y cursos para necesidades reales; proyectos in situ como Media Literacy in Palestine crean capacidades locales y materiales didácticos. rompe ciclos de pobreza es lo que señala la evidencia respecto a la educación.

Persisten retos cruciales: garantizar acceso a ordenadores y conectividad fiable, diseñar programas ajustados a idiomas, niveles educativos y experiencias previas de cada comunidad, y ofrecer apoyo continuo porque estas competencias se oxidan si no se usan. no es una vacuna; requiere práctica y acompañamiento.

Adolescentes y redes sociales: alfabetización en clave social

Las redes sociales, espacio de socialización masiva con contenidos generados por usuarios sin formación profesional obligatoria, concentran gran parte del tiempo de pantalla adolescente. Aquí se juega identidad, bienestar y convivencia. funcionan las plataformas, sus incentivos y riesgos son parte central de esa comprensión.

La alfabetización digital general es necesaria, pero la alfabetización en redes sociales aporta un plus: integra habilidades técnicas con ética, motivación y dimensiones afectivas y sociales. segura y responsable ayuda a relacionarse con otros de forma empática, reconociendo sesgos, dinámicas de viralidad y mecanismos de persuasión.

Además, funciona como estrategia de equidad: reduce brechas derivadas de desigualdades en acceso y capital cultural. entre lo físico y lo digital transita el mundo adolescente, por eso los marcos educativos deben abordar ambos planos.

Qué enseñar y cómo: marco práctico para una sociedad preparada

Integrar la alfabetización en datos y mediática desde edades tempranas es parte de la solución. Los bloques clave incluyen fundamentos de datos (qué son y cómo se generan), análisis crítico (calidad, procedencia, sesgos), derechos y regulación (RGPD, LOPDGDD, AI Act, neutralidad de red), y proyectos con datos abiertos en portales públicos. Aprender haciendo, con casos reales, consolida competencias y demuestra utilidad inmediata.

Para el presente, hay dos estrategias complementarias: formación transversal del profesorado para que integre AMI y alfabetización en datos en cualquier asignatura —de ciencias sociales a tecnología—, e introducción de una asignatura específica que concentre competencias críticas. combinación de ambas acelera la adopción y multiplica el alcance, a la vez que permite evaluar resultados con claridad.

En jóvenes y adultos, conviene sumar laboratorios de verificación de información, simulaciones de toma de decisiones con IA explicable, ejercicios de auditoría de sesgos en datos y prácticas sobre privacidad y seguridad personal. ejercitar un músculo crítico es el objetivo, no memorizar reglas, para que la competencia perdure pese al cambio de plataformas.

Si pensamos Internet como una constelación de plataformas, datos y algoritmos que tiran en direcciones distintas, se entiende por qué hablar de descomposición tiene sentido. Lo que evita que esa fragmentación derive en desigualdad, desinformación y pérdida de derechos es una alfabetización integral que conecte técnicas con valores, derechos con prácticas y conocimiento con participación. marcos legales útiles y experiencias que funcionan existen; ahora toca escalar, adaptar y sostener en el tiempo para que nadie se quede fuera.

Referencias y notas de interés

Investigaciones y proyectos citados: Macgilchrist, Allert y Bruch (2019) sobre futuros de educación y tecnología; Barómetro Jóvenes y Expectativa Tecnológica 2020; iniciativas como EUacademy, EPALE y Media Literacy in Palestine; marcos normativos europeos como RGPD, Reglamento 2015/2120 (neutralidad de red) y AI Act; y trabajos y posicionamientos en AMI desde entornos académicos y profesionales. propuestas de educación social digital (ESDigital) y la agenda europea contra la desinformación también destacan.

alfabetización en inteligencia artificial para docentes
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