- El TFG/TFM debe ser un trabajo original que demuestre competencias, con un tema viable y bien acotado.
- Es esencial planificar la estructura, buscar bibliografía académica rigurosa y cuidar los aspectos formales.
- La bibliografía, las conclusiones y los anexos deben seguir normas claras de citación y presentación.
- El uso de inteligencia artificial requiere transparencia, verificación de la información y respeto a la autoría.

Plantearte el Trabajo de Fin de Grado (TFG) o de Fin de Máster (TFM) suele imponer bastante respeto: es largo, cuenta mucho en la nota final y, además, exige demostrar todo lo aprendido. Esta guía está pensada para acompañarte paso a paso en ese proceso, desde elegir el tema hasta dejar listo el documento final para su defensa y depósito.
A lo largo de este texto vas a encontrar consejos prácticos, pautas formales y advertencias sobre técnicas de estudio que se apoyan en las recomendaciones de distintas universidades (normativas, biblioguías, reglamentos, etc.). La idea es que tengas en un solo lugar todo lo esencial para organizarte y evitar errores típicos, tanto de contenido como de forma, incluyendo el uso responsable de la inteligencia artificial.
Plantearte el Trabajo de Fin de Grado (TFG) o de Fin de Máster (TFM) suele imponer bastante respeto: es largo, cuenta mucho en la nota final y, además, exige demostrar todo lo aprendido. Esta guía está pensada para acompañarte paso a paso en ese proceso, desde elegir el tema hasta dejar listo el documento final para su defensa y depósito.
En algunos documentos oficiales se subraya que el TFG/M ha de evidenciar competencias transversales (análisis crítico, comunicación escrita, capacidad de síntesis, uso de fuentes académicas, manejo ético de la información…) además de las competencias específicas de tu ámbito disciplinar.
En definitiva, tu trabajo final será la tarjeta de presentación académica que demuestra hasta dónde has llegado en tu formación y cómo eres capaz de integrar teoría, metodología y práctica en un proyecto coherente y bien planteado.
Elegir y acotar el tema del TFG o TFM
El primer gran paso es seleccionar el tema. Si el profesor o tutor no te ha asignado uno, tendrás que proponerlo tú mismo. Para ello es muy útil repasar las últimas lecturas y actividades de las asignaturas que más te han gustado, así como los temas que se han ido debatiendo en clase y que te hayan despertado curiosidad.
Dado que vas a pasar muchos meses con este proyecto, conviene que elijas un tema que te motive de verdad. El interés personal hace que investigar, leer y escribir sea menos cuesta arriba. Pregúntate: ¿qué cuestiones me han llamado la atención durante la carrera o el máster?, ¿en qué asignaturas he disfrutado más?, ¿qué problemas reales me apetece analizar?
No te lances a trabajar sin antes contrastar tus ideas con tu tutor. Es muy posible que lo que a ti te parece prometedor, a nivel académico sea demasiado genérico, excesivamente concreto o poco viable por falta de datos. El tutor puede ayudarte a reorientar el foco, sugerirte líneas de trabajo cercanas y evitarte meses de avanzar en una dirección poco interesante.
Una vez tengas una idea más o menos clara, la siguiente cuestión es valorar si el tema es adecuado en alcance y profundidad. No debe ser ni tan amplio que resulte imposible abordarlo en un solo trabajo, ni tan especializado que apenas encuentres fuentes o se escape de tus competencias.
Para comprobar la viabilidad, conviene identificar las palabras clave y conceptos centrales que lo definen. Con esa lista podrás buscar mejor información en catálogos y bases de datos. Intenta también generar sinónimos, términos relacionados y, si procede, equivalentes en otros idiomas, algo especialmente útil si tu área de estudio tiene mucha producción científica internacional.
Un recurso habitual en universidades es acudir al catálogo de la biblioteca (por ejemplo, catálogos tipo MEZQUITA) y a las bases de datos de recursos electrónicos por materias. Aunque algunos de estos recursos estén restringidos a usuarios de la propia universidad, la lógica de búsqueda es similar en cualquier institución: hablar con el personal bibliotecario y explorar biblioguías temáticas puede darte pistas clave.
Transformar el tema en una o varias preguntas de investigación
Cuando tu tema ya está más o menos delimitado, es fundamental que lo conviertas en una preguntas de conocimiento y habilidades que tu trabajo intentará responder. Esto te ayuda a enfocar qué vas a hacer exactamente y a evitar que el proyecto se convierta en una simple recopilación de información sin hilo conductor.
Por ejemplo, en lugar de quedarte en “Trabajo sobre intervención educativa en primaria”, puedes formularte algo como: “¿Cómo afecta X metodología a Y resultado en alumnado de Z etapa?”. En el caso de un TFM más aplicado, podrías plantear: “¿Qué propuesta de intervención se puede diseñar para mejorar…?” o “¿Qué factores explican… en el contexto de…?”.
Estas preguntas de investigación se pueden redactar en forma interrogativa o como objetivos formulados en frases. Lo importante es que sean claras, concretas y abordables con las herramientas de análisis de las que dispones (tiempo, acceso a datos, conocimientos metodológicos, etc.).
Muchas bibliotecas universitarias ofrecen recursos específicos sobre cómo plantear y desarrollar un trabajo académico: guías de ayuda, videotutoriales o materiales donde se explica qué es un TFG/TFM, cómo estructurarlo, cómo presentarlo oralmente y qué aspectos formales hay que cuidar.
Antes de seguir avanzando, revisa si tu facultad o escuela dispone de documentos del tipo “pautas para elaborar tu TFG” o materiales audiovisuales sobre “aspectos formales para presentar un trabajo académico”. Suelen incluir ejemplos de títulos bien planteados, preguntas de investigación ajustadas y esquemas de estructuras habituales en tu área.
Buscar y gestionar la información: bibliografía y recursos
Una vez clara la pregunta de investigación, llega el momento de hacer una búsqueda bibliográfica sistemática. No se trata de mirar un par de artículos en Google y listo, sino de rastrear fuentes académicas fiables que te permitan conocer el estado de la cuestión y sustentar tu trabajo sobre literatura actualizada.
La mayoría de universidades cuentan con biblioguías temáticas donde te orientan sobre qué bases de datos utilizar en función de la disciplina (educación, salud, derecho, ingeniería, etc.). En el ámbito educativo, por ejemplo, hay guías muy específicas sobre “dónde buscar bibliografía digital sobre Educación para tu TFG o TFM”, con apuntes sobre repositorios, revistas especializadas y filtros de búsqueda.
También es frecuente que se ofrezcan videotutoriales dedicados a enseñar a alumnado y personal investigador cómo localizar artículos, libros electrónicos y otros recursos desde casa, utilizando los accesos remotos de la biblioteca universitaria. Aprender a usar bien estos portales te ahorra mucho tiempo y te evita caer en fuentes poco fiables.
Un buen punto de partida es combinar el uso del catálogo general de la biblioteca con bases de datos más especializadas en tu campo. Experimenta con varias combinaciones de palabras clave, usa sinónimos y amplía o reduce los filtros por fecha, tipo de documento o idioma según vayas viendo qué tipo de materiales aparecen.
Es importante que vayas registrando desde el principio todas las referencias que consultes, no solo las que finalmente utilices. Herramientas de gestión bibliográfica (Zotero, Mendeley, etc.) te permiten organizar las citas, añadir notas y, en muchos casos, exportar automáticamente la bibliografía en distintos estilos (APA, MLA, Chicago…). Esto resultará crucial cuando llegues a la fase de redacción, por ejemplo para saber cómo hacer un reporte.
Estructura general de un TFG o TFM
Aunque cada titulación puede introducir matices, la mayoría de TFG y TFM comparten una estructura básica relativamente homogénea. Es fundamental que revises las guías de tu centro, ya que en algunos casos hay apartados obligatorios o recomendaciones de formato específicas.
Entre los elementos iniciales habituales se suelen incluir portada, página de firmas o acta, índice de contenidos y, opcionalmente, un resumen (abstract) y una lista de abreviaturas y símbolos. Estos apartados sirven para presentar el trabajo, ubicar al lector y facilitar la navegación por el documento.
El corazón del TFG/TFM es el texto del trabajo propiamente dicho, es decir, el cuerpo central donde desarrollas la introducción, el marco teórico, la metodología, los resultados, la discusión y otros capítulos en función del tipo de estudio (proyecto, caso práctico, revisión bibliográfica, estudio técnico, intervención, etc.).
Este cuerpo debe estar dividido en capítulos homogéneos y numerados. La numeración suele seguir un esquema jerárquico (1, 1.1, 1.1.1, etc.), para que la organización interna sea clara. Cada capítulo debe tener un título coherente con el contenido y una extensión razonable: ni demasiado breve, ni tan largo que mezcle temas distintos.
Al final del documento se sitúan los elementos finales, que normalmente incluyen las conclusiones, la bibliografía y, cuando sea necesario, los anexos. En algunos centros se exige también un apartado específico de agradecimientos o declaración de originalidad y ausencia de plagio.
Elementos finales: conclusiones, bibliografía y anexos
Las conclusiones no son un simple resumen de lo que has escrito, sino que representan el eco directo de los objetivos o preguntas de investigación que planteaste en la introducción. Debes responder, de forma ordenada y clara, qué has encontrado, qué implicaciones tienen esos resultados y, en su caso, qué limitaciones ha tenido tu estudio, y para su redacción puedes revisar cómo hacer un ensayo.
Es recomendable que las conclusiones aparezcan numeradas o estructuradas en varios puntos, especialmente si tu trabajo aborda diferentes objetivos parciales. De este modo, el tribunal evaluador puede ver con rapidez si realmente has dado respuesta a lo que te propusiste al inicio.
La bibliografía es un apartado clave y debe seguir un estilo de citación normalizado. Muchos centros recomiendan o exigen el estilo APA (7.ª edición), aunque también son frecuentes otros como MLA o Chicago. La biblioguía de tu universidad suele incluir ejemplos detallados de cómo citar libros, capítulos, artículos, páginas web, tesis, etc.
En este apartado deben aparecer, de forma coherente y ordenada, todas las fuentes consultadas y efectivamente utilizadas para fundamentar el trabajo. Cuidar la bibliografía no es solo una cuestión estética; demuestra tu rigor, tu capacidad de selección de fuentes y tu respeto por los derechos de autor.
Los anexos recogen materiales complementarios que son relevantes para justificar resultados y conclusiones, pero que, por su extensión o naturaleza, recargarían el cuerpo principal. Aquí caben tablas estadísticas muy largas, baterías de preguntas de cuestionarios, legislación completa, cronologías, transcripciones extensas, planos, láminas, etc.
Estos anexos deben ir claramente identificados (Anexo 1, Anexo 2…) con un título descriptivo y, cuando proceda, mencionarse desde el texto principal (“véase Anexo 1”) para que el lector sepa cuándo recurrir a ellos.
Normativas, guías y cambios recientes en los TFG/TFM
Cada universidad, facultad o escuela dispone de su propia regulación específica para los Trabajos de Fin de Título. Existen reglamentos generales a nivel de universidad, pero también guías particulares por centro e incluso por titulación (por ejemplo, grados, dobles grados, másteres concretos).
En algunos centros las Juntas de Facultad actualizan periódicamente las guías de elaboración y presentación de TFG y TFM, introduciendo cambios derivados de la normativa nacional, de los reglamentos internos de Trabajos Fin de Título o de nuevas exigencias de calidad. Es importante asegurarte de que estás consultando la versión vigente para el curso académico en el que defiendes tu trabajo.
Muchas páginas de facultad habilitan secciones específicas donde se agrupan las guías de cada titulación: por un lado, las de los grados y dobles grados, y, por otro, las de los másteres (como puede ser el caso de un Máster en Enseñanza del Español y su Cultura, o un Máster en Traducción Profesional y Mediación Intercultural).
En esas guías encontrarás información detallada sobre requisitos formales, plazos, tribunales, criterios de evaluación, defensa pública, así como plantillas de portada o instrucciones para la maquetación del documento. Saltarse algo de esto por despiste puede costarte tiempo, dinero e incluso una convocatoria.
Asimismo, algunos reglamentos incluyen apartados específicos sobre originalidad y plagio, especificando el uso de programas antiplagio y las consecuencias académicas de no respetar la autoría ajena. Familiarizarte con estas normas desde el inicio te ayudará a evitar problemas serios más adelante.
Depósito, repositorios y visibilidad del trabajo
Una vez superada la defensa, muchos centros dan la opción (o establecen la obligación) de incorporar el TFG o TFM al repositorio institucional. Estos repositorios (por ejemplo, plataformas como “Docta Complutense” en algunas universidades) almacenan trabajos tutelados, tesis y otros documentos académicos en acceso abierto o con determinadas restricciones.
Para ello suelen existir normas y formularios de autorización en los que el autor concede permiso para el depósito, define el tipo de licencia y, en algunos casos, la posibilidad de embargar el trabajo durante un periodo antes de hacerlo público, por motivos de confidencialidad o protección de datos.
Las bibliotecas también elaboran guías específicas sobre cómo depositar TFG/TFM en el repositorio institucional, indicando paso a paso el procedimiento técnico (formatos de archivo, metadatos, descriptores, etc.). Es importante seguir estas indicaciones para garantizar que tu trabajo sea fácilmente localizable y correctamente citado por otras personas.
Además, muchas bibliotecas recopilan y difunden colecciones de TFG y TFM por áreas o facultades, de manera que futuros estudiantes pueden consultarlos como referencia. Estos repositorios son también una gran fuente de inspiración para quienes están empezando a plantear su propio trabajo.
Publicar tu TFG o TFM en un repositorio supone darle visibilidad académica, permitiendo que tu esfuerzo no se quede solo en un trámite administrativo, sino que pueda servir de base o referencia para otros proyectos, investigaciones o intervenciones profesionales.
Uso responsable de la inteligencia artificial en el TFG/TFM
En los últimos años han aparecido numerosas herramientas de inteligencia artificial generativa (como usar ChatGPT para estudiar, Midjourney, DALL·E, etc.) que pueden ayudar en distintas fases del trabajo: generación de ideas, revisión de borradores, propuestas de esquemas, creación de imágenes, etc. Sin embargo, su uso exige cautela y transparencia.
Las directrices de organismos como el Committee on Publication Ethics (COPE) y de distintas universidades coinciden en un punto clave: las herramientas de IA no pueden ser consideradas autoras de un trabajo académico. No tienen responsabilidad legal, no pueden declarar conflictos de interés, ni gestionar derechos de autor. El único responsable final del contenido eres tú.
Por ello, si utilizas IA para generar fragmentos de texto, sintetizar información o producir materiales, debes declarar expresamente su uso. Muchas instituciones recomiendan explicarlo en el apartado de metodología, en la sección de materiales o, en su caso, en los agradecimientos, indicando para qué tareas concretas se ha usado la IA.
En esa descripción conviene incluir ciertos elementos clave: la empresa desarrolladora (OpenAI, Google, Microsoft, etc.), el nombre de la herramienta, la versión utilizada (si se conoce), la fecha de consulta, la URL de acceso y, cuando sea relevante, el prompt o indicaciones empleadas. Todo esto forma parte de una política de transparencia académica.
Además, es imprescindible aplicar una verificación rigurosa de la información generada por IA. Estas herramientas pueden inventar referencias, datos o atribuciones; por tanto, cualquier cita, dato estadístico o referencia bibliográfica sugerida por una IA debe ser contrastada con fuentes académicas fiables. Solo así garantizarás la solidez de tu trabajo.
Algunas universidades incluso proponen que, cuando el uso de IA haya sido muy intenso, puedas incluir ejemplos de textos generados como anexos, para que quede claro qué parte del contenido procede de estas herramientas y cuál es elaboración propia. En cualquier caso, el núcleo del razonamiento, la estructura del argumento y la interpretación de resultados deben ser siempre tuyos.
Orientaciones y recursos adicionales sobre IA y trabajo académico
Varias universidades han empezado a publicar guías específicas sobre IA generativa y docencia, así como recomendaciones para el uso responsable de estas herramientas en trabajos académicos. Estos documentos suelen abordar cuestiones éticas, de autoría, de citación y de protección de datos.
Por ejemplo, algunos servicios de informática universitarios ofrecen manuales detallados sobre cómo integrar la IA en el contexto institucional: qué está permitido, qué se considera un uso aceptable, cómo debe citarse y qué prácticas se desaconsejan por riesgo de plagio o vulneración de la integridad académica.
También hay bibliotecas que elaboran biblioguías temáticas sobre inteligencia artificial, con recursos para entender mejor estas tecnologías, su impacto en investigación y docencia, y cómo citarlas correctamente en trabajos académicos. A menudo se trata de proyectos colaborativos entre varias universidades.
En el ámbito de las citas y referencias, algunas instituciones recogen y adaptan recomendaciones concretas para estilos como APA, MLA o Chicago, indicando de qué forma debe figurar una herramienta de IA en el trabajo (normalmente como software, informe técnico o similar), siempre dejando claro que no es un autor en sentido estricto.
Consultar este tipo de guías te ayudará a tomar decisiones más informadas y a alinear tu trabajo con las políticas institucionales. Además, te dará seguridad si en la defensa del TFG/TFM el tribunal te pregunta por el papel que ha tenido la IA en tu proceso de elaboración.
La elaboración de un TFG o TFM implica combinar una serie de ingredientes: elección de un tema viable y que te motive, formulación clara de preguntas u objetivos, búsqueda rigurosa de bibliografía, estructura ordenada del documento, cuidado de los aspectos formales, respeto a las normas de citación y transparencia en el uso de herramientas como la inteligencia artificial. Manteniendo presentes estas piezas y apoyándote en las guías de tu universidad, tendrás muchas más opciones de que tu trabajo final sea sólido, bien valorado y útil para tu futuro académico o profesional.

